PRÓLOGO

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Un cumpleaños.

Solo bastó una maldita fecha para que mi mundo se viniera abajo.

Lo sospechaba desde ya hacía mucho tiempo. Palabras bruscas, comentarios sumamente dolorosos y miradas cargadas de decepción.

¿Qué rayos les hice?

¿Qué le hice?

Me duele ver que incluso no tengo el amor que corresponde de un padre o madre a una hija. Los decepcioné con solo ser yo misma. Eso fue lo que me dolió más. Y lo que sigue cargando mi corazón.

Decepción, odio, dolor, humillación que posee mi alma. Incluso olvidé los buenos momentos que pasamos juntos. Donde la felicidad y el amor si estaban presentes. Cuando ellos eran felices con lo que yo era. Una niña muy obediente.

No me daba cuenta de lo que pasaba, pero fui creciendo con un patrón similar al 'dar y recibir'. Yo era obediente a cambio de un poco de amor.

No entendía al principio porqué solo recibía cariño al ser algo que no era. Bueno, en realidad siempre fui muy obediente. Solía ir a clases de literatura e historia desde que aprendí a leer. A la edad de mis ocho años ya dominaba completamente tres idiomas, e incluso a mis 10 años ya tocaba en piano y el violín. Era la hija perfecta. La niña con modales y respetuosa con todos, mucho más con sus padres.

No supe por qué, pero incluso nunca les pedía a mis padres nada. Siempre me tocaba conformarme con lo que ellos me traían. Veía como mis hermanos recibían lo que querían, mientras yo me iba perdiendo poco a poco.

Yo comencé a amar la música des el primer instante en que mi pequeña mano de niña tocó por primera vez la desgastada madera de un viejo piano. No lo entendía en ese momento, pero poco a poco fui desarrollando un vinculo con ese trozo de madera. Significaba más de lo que podía imaginar. Las viejas cuerdas de la guitarra de mi bisabuelo sonaban muy fuerte y desafinadamente. Recuerdo que reí la primera vez que la escuché. Pero luego caí en cuenta de que había encontrado lo que tanto pedía a lo desconocido; una ruta de escape de la cruel realidad.

Nunca fui pobre. Jamás faltaban los deliciosos platillos de manjares a la cena. Nunca supe lo que era dormir con frío. Lo que era no poder tener un hogar. Aunque en realidad prefería ser muy pobre a perderme en el infierno de la riqueza. Incluso no sabía lo que era un hogar. El lugar donde nací en realidad no se sentía como uno.

Solo quería soñar. Enserio yo anhelaba vivir mi vida en paz. Recibir una sonrisa de mi madre y un abrazo de mi padre. Pero ni eso podía tener.

Una difícil infancia, el desprecio de mi familia y el no poder valorar mi persona me han hecho una vida miserable. Al menos tengo a mi hermano Max. Él ha sido el único ángel que ha estado conmigo siempre.

Pero un día recibí una carta de parte de la ciudad estatal de Manchester. Al parecer era una nueva oportunidad de reconstruir mi vida. Pero lejos de mi país.

Aprovechando que lo desconocido estaba a mi favor, partí de Inglaterra hacia Corea del Sur. Una de las mejores universidades me esperaba con una gran beca para mi estudio, para cumplir mis sueños.

¿El problema?

Era una estudiante de intercambio, o algo parecido.

Les explico. ISA es un programa que ayuda a jóvenes de otros países a poder estudiar en otro país. Y al parecer superaba sus estándares. Ellos te daban una beca en una universidad y además te daban donde residir en el otro país. En conclusión, algunas familias (coreanas en mi caso) "adoptaban" jóvenes y les daban hogar por toda su estancia en el otro lugar. Pero a mi no me adoptó una familia. Ese era el problema.

Ellos eran siete problemas. Siete calientes, divertidos e irresistibles problemas. "Adultos" con la intención de ayudar a una estudiante o, bueno, a mí.

Ahora estoy aquí, encerrada en una gran casa con estos siete chicos. Solo ellos y yo.





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Gracias por leer mi historia.


                                                                       -V.M

Complejo (SUGA)Where stories live. Discover now