« Por favor, que se detenga. Por favor, que se detenga. Por favor… »

Justo cuando siento que su mano está cerca de mi seno izquierdo, logro emitir un quejido potente que hace que se detenga.

Se aleja de mi cuello para mirarme a los ojos y, con una sonrisa en la cara, me dice:

— Tienes razón. Mejor esperemos que venga Chase para que… vea todas las cosas que voy a hacer contigo.

Al escuchar esas palabras, mis ojos se abren de par en par, alterada por la promesa asquerosa que están plasmadas en su tono de voz.

Sin dejar de mirarlo a los ojos, veo como se coloca de pie, se mete las manos en el bolsillo del pantalón que trae puesto y, empezando a silbar, se aleja de mí.

— Estaré cerca por si Bestia viene a buscar a su Bella — es lo último que dice antes de desaparecer por entre los árboles congelado.

Justo entonces, cuando me encuentro sola, dejo que las lágrimas salgan de mis ojos por fin. Esto es horrible. Miro a todas partes y aprieto el pedazo de tela que está en mi boca. El frío aquí es horrible. Quema. Y respirar es una tortura. Siento como si tuviera fuego en el pecho.

No sé cuánto tiempo pasa, pero ya me siento cansada. No sé en qué momento me he colocado de costado sobre la nieve, solo a esperar. Ya no siento el cuerpo. Ni el frío. Mis párpados pesan y mi respiración es cada vez más lenta.

Por un segundo creo que este es el final para mí.

Morir congelada en el bosque es un destino que nunca me hubiera imaginado que tendría. Pero me toca asumirlo.

Por un segundo me pregunto que pasará después. ¿Será verdad todo lo que se dice? ¿O no habrá más que oscuridad? También pienso en mi mamá y en mi papá, en cómo se sentirán cuando reciban la noticia. Y en Chase, que es muy seguro que sea el que me encuentre.

Morir congelada.

Joder, que final más triste.

Solo espero que Chase no salga herido. Solo espero que todo salga a su favor y…

Entonces lo siento.

La delicia de un ligero calor que me advierte de su llegada.

Y no pasa mucho hasta que lo veo aparecer entre los árboles.

Es él.

Chase Lachowshi está aquí.

En este instante, no sé cómo sentirme exactamente. No sé si estar feliz de verlo aquí. O sentirme con gran repelo por el hecho de que…  ha caído en la trampa. Aún así, tengo esperanza, porque si viene acompañado, posiblemente tengamos más posibilidades de salir bien librados de esto.

— Giselle… — lo escucho decir. Suelta mi nombre con tanto alivio que me apretuja el corazón. Sin embargo, y a pesar de su tono, noto la angustia en su rostro.

Lo veo correr hasta quedar de rodillas frente a mí. El intenso calor que me envuelve, es un gran alivio.

Mon amour… — suspira y, de prisa, me quita la mordaza que tengo en la boca antes de ayudarme a incorporarme — ¿Estás bien?

Me siento incapaz de hablar, así que solo asiento con la cabeza.

— ¿Te hizo algo?

Niego.

Chase asiente y no pierde tiempo cuando empieza a desatar mis nudos.

Justo cuando me quita la de los pies, noto que nadie más se acerca. Mi mayor miedo es la idea de que ha venido solo.

Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora