Situaciones.

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Cuando se te pase hablamos...

¿Cuándo se te pase hablamos?

¡¿Cuándo se me pase que?!

¿Cuándo se me pasé el hecho de que me ha estado engañando? ¿O de que estos meses los he desperdiciado en una persona a la cual solo quería darle mi corazón? ¿Que lo he defendido sin miramientos y con plena seguridad de que nadie lo conocía como yo creía hacerlo?

Y vaya Dios a saber cuánto tiempo lleva engañándome.

Me preguntaba si ella era más bonita, o más simpática o si solo tenían sexo. Si yo la habría visto antes, o si la conocía. O si vivía cerca de la casa de Alex. Me preguntaba si ella lo sabría.

¡Oh! por supuesto que sí. Toda la maldita ciudad seguía de cerca los pasos de la enigmática e inesperada relación de Kelsey, la chica tierna y estudiosa que no rompería ni un plato, y de Alex, el chico malo que supuraba arrogancia y tenía una mala reputación.

Es que verdaderamente éramos el cliché. Pero ¿que importaba?

Quería ser la excepción. Muy dentro de mí sabía que necesitaba serlo.

Estaba enojada, furiosa con él. Estoy en la segunda fase de las etapas por las que una chica atraviesa al descubrir el engaño; Primero tristeza e incomprensión y segunda, furia.

Me quedaría sin uñas de seguir mordiéndolas como lo hacía. Como si de alguna forma liberara mi ansiedad con ese acto.

La luz del día me golpeaba de lleno, pero solo eso; la luz. Por qué los edificios, autos o personas que pasaban a gran velocidad al otro lado de la ventana del auto, no tenían forma o rostro. En mi cabeza solo había lugar para mil y un escenas de cómo se desarrollará la próxima conversación que tendríamos. Y esta vez no sería por teléfono, me harté de que se esconda siempre detrás de su maldito IPhone.

Sin embargo, el dolor en mi pecho no ha dejado de estar presente desde que vi los mensajes. Era un dolor punzante combinado con miedo y con unas terribles ganas de llorar todo un rio. Todo en mi cuerpo representaba esa ansiedad y temor a no saber que ocurriría ahora.

Y la peor parte, la que yo sabía que era completamente errónea, que no debería ni siquiera surcarme la cabeza, es que no puede acabar así. No quiero perderlo.

Seguía tan patéticamente enamorada de él que ansiaba esperanzada la existencia de cualquier excusa fidedigna o valedera para poder perdonarle. Pero simplemente no la habría, era lo lógico. Es solo que yo iba en contra de ese sistema de lógica racional.

-¿Que paso?- volteé a ver a mamá la cual tenía su semblante duro. Su pregunta exigía una respuesta.

Ella sabía que estuve mintiendo y la reprimienda por ello no me gustaría para nada. El otro factor es que por supuesto no podía contarle todo, pero con decirle lo primordial sería suficiente para que su enfado fuera en aumento.

-Mamá...-suspiré y me senté bien mirando hacia el frente.- No sé por dónde empezar.

-Por el principio.-

Si, estaría tajante y categórica conmigo hasta obtener respuestas. Sabía que lo hacía porque estaba preocupada, pero seguía siendo duro para mí todo lo que ocurría y lo que menos necesitaba en este momento era de la dureza de sus palabras.

-Alex es complicado.- murmuré bajando mi mirada. Ella soltó una risa sarcástica y la miré.- Si, sí. Supongo que ya has sacado con el tiempo y mis actitudes tus propias conclusiones.

-Es cierto, pero aun quiero escuchar tu parte de la historia. Es importante ¿no?- en un semáforo me observó arqueando una ceja.

Me mordí la mejilla por dentro e intenté calmar mis nervios.

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