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Lee este capítulo si elegiste la primera opción ¿ok?

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Escuchó un conocido tono de llamada.

Su corazón casi se detuvo al escuchar ese tono de llamada que conocía a la perfección y volteó la cabeza para ver que de verdad se encontraba ahí.

Shizuo se encontraba de espaldas a Izaya con una mano en el bolsillo y en la otra el teléfono.

-¿Le gustó el regalo?...Me alegro...La dependienta creía que era para mí, que se lo daría a alguna chica o algo así, la dije que era un regalo para otra persona, que yo solo lo recogía...No le dije para quien era Kasuka, no le importaba...Quedamos a las 2 para comer...Sí...Voy solo...No tenía futuro con ella...No...He dicho que no, nunca se lo perdonaré...Adiós.

Izaya pudo deducir por la conversación que el regalo no era para Vorona como pensaba en un principio, que había roto con ella y que estaba profundamente dolido con alguien, en un pequeño rincón de su cabeza sabía con quién. Se levantó del asiento para marcharse antes de que se diera cuenta de su presencia, pero una voz le detuvo en el acto.

-Quieto ahí, Izaya.

El nombrado le miró, al cruzarse con sus ojos color miel sabía que había cometido el mayor de los errores e intentó bajar la vista, aunque no lo consiguió.

-¿Qué quieres?

Shizuo se acercó a él y le enseñó la navaja que había dado por perdida el día anterior.

-Deja de seguirme de una vez, de espiarme o vigilarme o lo que sea, he estado conteniéndome por lo que tuvimos pero eso puede cambiar fácilmente...

Izaya recogió su arma y la agarró fuerte entre sus dedos, dicha mano empezaba a temblar y no sabía bien si por rabia o por dolor.

-No debió ser muy importante para ti si eres capaz de olvidarlo tan fácilmente, y que sepas que no te vigilo; estaba a punto de irme para no verte ahora mismo.

La tensión nacía entre ambos, era palpable en el ambiente.

-Por un momento, por un mísero momento llegué a pensar que habías cambiado y que había algo en ese corazón que tienes ahí dentro, pero está claro que me equivoqué. Nunca cambiaras y pude darme cuenta hiciste daño a mi hermano.

-¡¡ERA LA ÚNICA MANERA!!

Izaya gritó esas palabras tan fuerte que toda la gente de alrededor se les quedó mirando; su corazón latía a toda velocidad, las manos le temblaban, sus ojos se encontraban vidriosos y de ellos escapaban unas furiosas lágrimas que intentaba controlar con su ya de por sí acelerada respiración.

-No voy a creerte, nunca más volveré a confiar en ti ni a creer una sola de las palabras que salgan de esa envenenada lengua.

-¡ES LA VERDAD! – Tragó saliva al mismo tiempo que cerraba los ojos tan fuerte que le dolía – A ti no te mentiría en algo así, no podría – dijo entre dientes.

-Pero lo hiciste, me mentiste a la cara y luego provocaste una pelea alrededor de Kasuka. Te dije que jamás te lo perdonaría...

-¿¡Y por qué me ayudaste el otro día!? Si tanto me odias ¿por qué me ayudaste? – su voz ya desgarrada por los gritos y el llanto dejaban ver un Izaya destrozado, algo que nadie jamás se hubiera imaginado.

-¡Porque te quería! -Shizuo apretó el puño que levantó a la altura de la cara del moreno – Odio sentirme así...Quiero golpearte pero no-

-Hazlo – Izaya cogió el puño del rubio y lo acercó a su rostro - ¡Pégame Shizu-chan! – apartó la mirada al suelo esperando el impacto – No me importa lo que me pase ahora que te he perdido...

Esas últimas palabras hicieron recapacitar al excamarero que se separó varios pasos hacia atrás.

-Deja de mentir pues ya lo conseguiste, me has arruinado la vida – dijo antes de marcharse con paso firme lejos de allí.

-Al menos mantienes el control de tu vida, la mía te la llevaste en el momento que me dijiste "te amo" – susurró el informante al notar que sus piernas fallaban y caía al suelo.

Se mantuvo allí, encogido y llorando por minutos u horas, no lo sabía; no quería saberlo.

La tenue nieve que caía sin molestar a nadie comenzaba a cubrir su cuerpo, estaba helado y con un vacío tan inmenso en su pecho que juraba que podía notar un enorme agujero que le atravesaba. Tenía la confirmación de aquello que más temía.

-Lo sabía...Sabía que no existías...

Finalmente se levantó de allí con la ropa empapada y una expresión de desolación marcada a fuego en su rostro.

Los días siguientes se quedó en casa, no tenía la fuerza para salir y en vista que nadie le echaría de menos ni preguntaría por él, ni siquiera cerró la puerta de su apartamento ¿Qué podía pasar que fuera peor que lo que ya sentía?

Pasaron las semanas y nadie que no fuera un repartidor de comida llamaba a ese enorme y solitario piso en el que habitaba Izaya.

Finalmente se obligó a salir, tenía cosas que hacer y aunque quisiera quedarse ahí en lo más profundo de su ser no podía. Caminaba por las calles con el rostro serio, sin hablar y haciendo el mínimo número de movimientos posibles. En el momento que un hombre de dudosa reputación le agarró de la muñeca para obligarle a entrar en un local alzó la vista y le vio; Shizuo se encontraba con su jefe pero no hablaba, no fumaba, estaba serio y con la mirada perdida en algún punto lejano buscando ¿a alguien? No, más bien buscaba eso que había perdido al estar a su lado y que nunca más recuperaría.

Sus miradas se cruzaron un segundo antes de cruzar el umbral de la puerta y desaparecer en la oscuridad.

-Ambos nos llevamos el corazón del otro Shizuo...lo sé bien.

Limpiando una lágrima de su mejilla respiró hondo y se desabrochó el pantalón mientras cerraba la puerta. 

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*inserte autora llorando* 

Ya lo sé, lo sé... ¿Cómo se te ocurre publicar un final así el día de Navidad? 

En fin, necesitaba escribir algo así y en la medida de lo posible espero que os haya gustado. 

Nos veremos pronto

Byee

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Mi deseo para esta NavidadWhere stories live. Discover now