Fin de la mascarada

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Sabía perfectamente que Potter no le revelaría en absoluto la identidad de aquel cuervo que los había atacado en aquellos pasados días, pensaba constantemente que podría tratarse de los dos trabajando en conjunto pero descartaba la idea al volver a analizar la situación y sobre todo en los cautivos que tenían, pues si el imitador deseaba vengarse de Malfoy no crearía ninguna alianza por más momentanea que esta fuera.

Se paseaba por los pasillos del colegio comenzando a analizar los pros y los contras de cada uno de los secuestradores, uno había raptado a Hermione Granger de la casa de Gryffindor y amiga del gran Harry Potter mientras que el otro lo había hecho con tres Slytherin. Recordaba las palabras que había escuchado de Connor Blake quien al parecer había hecho un logro mayo a su directa comparación.

Se detuvo en el puente de piedra que conectaba el patio principal con el acceso a las aulas de encantamientos y la biblioteca respirando profundamente para poder pensar mejor; ladeaba su cabello oscuro mirando con ojos azul intenso el barranco colocando una mano en su menton. El viento estaba perfecto acariciando su cara y el clima templado se hacía notar en esa piel clara como la leche; asi mismo se le vino a la mente aquel hombre con el que había estado involucrada.

-Mi amor criminal- Sonreía para si misma al volver a hacer memoria sobre sus dias en la gran manzana de Norteamérica cuando sus padres la habían enviado a vacacionar antes de comenzar sus estudios de Auror.  Ese aroma frescametne amaderado, ese menton fuerte ligeramente partido y esos hombros anchos le daban un toque tan masculino, seguro de si mismo y galante que la testosterona afloraba en cada poro de su piel. El cabello revuelto de color rubio cenizo que acentuaba esos ojos de color gris oscuro eran el toque exótico que hacía suspirar a toda mujer incluyendola.

Aquellos días Nueva York era la ciudad más ruidosa, transitada, ajetreada de todo Estados Unidos; el bullicio de esa civilización solo podía ser comparada con cuatro capitales juntas congregadas en todos los niveles de aquella masa continental dividida en subestaciones del metro, callejónes, avenidas y sobre todo las plazas comerciales donde las personas acudían a malgastar su dinero en ropa que en menos de seis meses estarían donando a instituciones de caridad como el ejercito de salvacion o damnificados por los sismos o magnos incendios en esa nación.

En ese tiempo una joven de cabello negro y lacio quien vestía un coqueto pantalón de mezclilla deslavado y una blusa de color violeta contemplaba esa ciudad con sus gafas de sol oscuras de una marca famosa y reconocida; sus padres tenían los medios de darle esos lujos a su unica hija a diferencia que les correspondía estudiando arduamente. Recién habia egresado del Instituto Salem de brujería y había acordado con sus amigas visitar la gran manzana para poder disfrutar unos instantes de libertad antes de volverse a enclaustrar en un salon para poder culminar sus estudios profesionales de Auroría.

Cristal recordó que había llegado al aereopuerto pensando en el sinumero de cosas que haría una vez tocando su cama de hotel; compras, salidas a los museos, el empire state, la estatua de la libertad, times square , central park y todas las atracciones con las que esa ciudad contaba. Había arribado a las once de la mañana tiempo del este y se había dirigido hasta su hotel con sus amigas quienes no desaprovecharon la oportunidad de comenzar a planear la logistica de las vacaciones; no les gustaba desperdiciar ni un segundo de su tiempo al saber que tendrían pocos dias para conocer tan enorme lugar muggle.

El plan original era quedarse los seis meses respectivos, asi que tendrían que alquilar un departamento para que no saliera costosa la estancia, también tendrían que buscar un empleo de medio turno o uno donde su tiempo no se viera tan asfixiado para poder disfrutar más de la cuenta. Los días transcurrían normalmente mientras acudían a los diferentes lugares que dicha ciudad les ofrecía, los restaurantes, los parques e incluso el metro de la ciudad para ellas era tan novedoso como si fuese la octava maravilla del universo.

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