La infidelidad de Harry

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La torre de los premios anuales le hacía honor a su nombre debido a las comodidades con las que ésta contaba, la sala común tenía la mejor iluminación neón que jamás se había visto; el uso de las velas era obsoleto en ese sitio dándole un perfecto matiz a los muebles minimalistas de color chocolate que la adornaban. Un sillón amplió y acolchado, un fino love seat y un sillón se encontraban perfectamente decorados mismos que habían sido importados de Millan como regalo del ministerio de magia del lugar a causa de los muchos contactos que el antiguo profesor tenía, mismos que se encargaban de cambiar cada año los modelos para hacerlos más frescos y atractivos a la vista.

Los retratos estratégicamente acomodados a su alrededor con todos y cada uno de los premios anuales que habían pasado por esa torre se cambiaban de un lugar a otro para preguntarse quienes serían los siguientes en hacerles compañía. Ahí se encontraba uno de Percy Weasley sentado en uno de los sillones leyendo un ejemplar del economista; más al fondo se enconraba otro de nada mas y nada menos que Lily Evans, la mejor estudiante de su generación obteniendo las notas más altas en toda la historia del colegio ahora alcanzada por Hermione Granger, incluso ella tenía curiosidad por conocerla pues Harry la mencionaba tanto que tan solo le faltaba hablar para poder saber mucho más de su historia.

Cuando Hermione entraba por primera vez observaba con gran sorpresa y gusto las paredes perfectamente elaboradas de cantera y mármol, comparándolo con una mezcla entre su sala de Gryffindor con la que seguramente debían tener las serpientes en las mazmorras. Las escaleras parecían hechas de perla fundida pues brillaban con la refracción de la luz; miraba al techo que tenía colgado un candelero de cristal cortado traido de Alemania pareciendo un puñado de estrellas que engalanaban esa pequeña sala común donde le daría gusto sentarse a leer cada atardecer mientras tuviera horas libres. Draco por su parte lo encontraba parecido a la mansión Malfoy, cosa que le desagradaba un poco debido a los recuerdos tortuosos que había pasado en ese sitio;  venía a su memoria la forma en la que los hijos de muggles eran encerrados en las celdas para poder ser torturados dando un banquete a su tía de gritos y llantos mezclados con palabras de súplica. "Ya no mas, no por favor, no mas", el platinado cerraba derrepente sus ojos para erradicar ese pasaje que lo atormentaba cada noche, teniendo en cuenta que no podía hacer nada por ayudar a nadie, el miedo que había sentido en esa casa lo había paralizado.

Hermione lo miraba de reojo preguntándose que era lo que le pasaba, pero no deseaba volver a tener otro percance como el del gran comedor, asi que decidió sacar la varita que le pertenecía al platinado caminando lentamente hacia a el sin mirarlo. El tan solo volvía a la tierra fijando su mirada en ese madero de encino que era ofrecido por unas manos rosadas y delicadas, las de la castaña.

-Se me olvido regresártela, pero.. no vuelvas a atacarme quieres- La chica evitaba mirarlo, a pesar de desear volver a ver esos ojos grises tan exóticos que por alguna extraña razón comenzaban a agradarle. El chico tomaba con suavidad su varita para ponerla en su respectiva funda, sintiendo en su nariz ese extraño aroma a vainilla, mismo que emanaba de ella, exquisito como si se tratara de un helado que se saboreaba antes de probarse.

-No esperes que te lo agradezca y tu no.. vuelvas a joderme- Mencionaba el chico alejándose de la sala común para dirigirse a la habitación y disponerse a hacer lo que tenía planeado respecto a la carta que enviaría con aquel camarada que le debía un favor. A paso agigantado trepaba por las escaleras sin desear pensar en lo que estaba sucediendo con ese aroma que le había agradado, con aquello que le daba miedo, con esa mirada llena de comprensión y dulzura que no estaba preparado a enfrentar, tan solo llegaba a su habitación para olvidarse de todo eso y concentrarse en lo que tenía la máxima prioridad.

La castaña se quedó mirándole inquisitiva no comprendiendo los cambios tan bruscos que tenía aquel chico tan altanero, encogía los hombros y se disponía a sacar un libro para distraerse un poco, pues al llegar ya había copiado sus horarios de clase asi como también las que tomaría por Hobbie, solo le restaba compararlos con los que sus otros amigos tenían para evitar coincidir con ellos, en especial con Harry y con Ginny para evitar tener que ponerse mal cada vez que los miraba juntos o en su defecto besarse como dos locos. En ese momento observaba el titulo de un libro que le había interesado hacía tres semanas cuando se encontraba en una librería acompañada de su madre haciendo las compras de los utiles de ese año escolar.

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