La promesa de Hermione

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No sabía cuanto tiempo había llorado en su habitación, a pesar de ver constantemente el reloj parecía que las horas se alargaban más de la cuenta contemplando que aún faltaban demasiadas para su regreso al colegio de magia. Apretaba con demasiada fuerza aquella almohada que desde niña había tenido sirviéndole como confidente, aliada, amiga y sobre todo de paño de lágrimas ante un amor que no se había consumado.

La siete de la tarde marcaba ese objeto con manecillas. - Una hora mas- Decía en susurro al escuchar el repicar de la campanilla del artefacto que se encontraba en ese buro de junco pintado de blanco con motivos azules. Se canso de estar en esa posición optando por hacer algo que seguramente la reconfortaría distrayéndola de aquellos pensamientos pesimistas acompañados de decepción que rondaban en su cabeza; se levantó para tomar uno de sus libros de pociones que ordenados adecuadamente se encontraban en el mueble .

Tomaba el último de su lado derecho notándose el titulo "Pociones avanzadas de Quinto curso"; a decir verdad le restaba importancia al nivel del mismo atrayéndolo hacia si misma con suavidad, pues los libros eran tratados como reliquias representando no solo la enseñanza adquirida, sino una vivencia distinta durante su estancia en el colegio Hogwarts. Su cabello castaño rizado le estorbaba un poco debido al movimiento con su almohada por lo que tuvo que hacerse una coleta para que no le impidiera la lectura.

Abrió la ventana, por fortuna aquella tormenta había cesado completamente dejando un aire fresco, limpio y relajante acompañado de un cielo estrellado por la hora que había marcado el reloj. Se sentó en el borde acojinado flexionando una pierna para apoyar el manuscrito y leerlo; seguido a esto hojeaba sin sentido las páginas tratando de concentrarse en una sola pero le era imposible al tener su mente tan enmarañada como su cabello castaño al comenzar sus estudios en el colegio.

Fue entonces que un titulo acaparaba su atención de tal manera que fijaba sus ojos color caramelo en la letra itálica que claramente mencionaba "Filtro de amor"; sonriendo y rodando sus ojos decidió apoyar su dedo índice para poder saber los ingredientes que eran lo más parecidos al de la poción Feliz Felixis. Encontraba irónicas muchas de las cosas que habían pasado en ese curso desde que los hermanos Weasley decidieron abandonar sus estudios mágicos para dedicarse al rubro empresarial comerciando con los denominados "sortilegios". Recordó la ocasión que había visitado el lugar encontrándose con un estante que emanaba corazones en forma de burbuja que se rompían al llegar a una altura considerable; no le prestaba en ese momento la atención debida hasta que Ginny le comentaba algo demasiado intimo y personal cuando se encontraban en ese sitio eligiendo o tan solo revolviendo las pociones de color rosado.

-Aun sigo enamorada de el- La pelirroja declaraba sin mirarla haciendo que la castaña fijara sus ojos miel en sus manos, no comprendía que después de haber terminado con Cho su amigo Harry sintiera algo por ella por lo que la probabilidad que le hiciera caso era meramente nula.

Hermione apoyaba con mas fuerza su dedo en la pagina del libro recordando como si fuese ayer aquella declaración que su amiga le había hecho pensando en que ella también sentía algo fuerte, y a pesar de haber estado con su hermano casi un año seguido no podía olvidar que su verdadero amor era otro, un imposible, alguien que simplemente la vería no como mujer, sino como su confidente, su conciencia, su paño de lagrimas en cada noche que tenía pesadillas.

Suspiraba al aire buscando las respuestas de todo aquello que rondaba en su cabeza tratando de buscar lo más posible desmenuzarlas pero simplemente era descabellado en todos los sentidos posibles. Ese amor era prohibido, desde siempre lo había sido por los altibajos y obstáculos que se presentaban en el colegio no dando cabida a una posibilidad de intentarlo siquiera; siempre se encerraba en la biblioteca para poder mitigar ese deseo ferviente de poder gritarle a los cuatro vientos sus sentimientos para si liberarse de esa carga que por varios años había tenido ocultando su realidad, acorazando su alma para no claudicar y fungir adecuadamente el papel de la amiga, de la hermana incondicional que sacaba de apuros al trio de oro; sencillamente una responsabilidad que no permitía la más minima distracción.

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