La promesa de Hermione

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Optó por cerrar el libro de pociones evitando recordar aquellos sucesos de quinto año que reafirmaron el hecho de ese amor condenado a la nada, a reducirse en cenizas elevándose al viento llegando a manos de quien lo había creado; de dios mismo. Un amor no confesado puede ser hermoso, leal, incondicional, pero cuando este llega a niveles inaguantables estalla como tratándose de una olla de presión o un volcán haciendo erupción orillando a quien lo tiene a cometer actos viscerales y atroces. Hermione no deseaba que aquella amistad que se había forjado con los años, con las vivencias, con las dificultades se viera empañada por un sentimiento de una sola persona, de ella misma.

-Por que fue precisamente de ti?- Se preguntaba una y otra vez contemplando las estrellas que  dispersas en el firmamento quedaban como resultado de una tormenta implacable que se había dado cita en la ciudad de Londres.

Habian pasado seis meses exactamente desde que tuvo lugar la guerra mágica en el colegio Hogwarts dejando como resultado varias lágrimas lloradas, un colegio incompleto del cual menos de la mitad del estudiantado había perecido por la resistencia o por la lucha directa contra los mortifagos, gigantes, hombres lobo, arañas gigantes, dementores y uno que otro asesino a sueldo contratado por Voldemort para acrecentar su ejército dándole una victoria que a final de cuentas no había obtenido. 

Recordó en ese momento la primera vez que había puesto sus ojos en el chico menos indicado, se arrepentía no por lo que su corazón había elegido como su dueño, sino por aquella lucha que estaba por venir entre la amistad y el amor; dos cosas que no deben mezclarse una con la otra ya que cuando se tienen se debe dejar ir una sola, la otra por ende debe ser destruida o desaparecer de la faz de la tierra sin dejar indicio o rastro de que alguna vez estuvo ahí. Aquel cuarto curso y el baile de navidad fue el momento preciso en el que se consideraba como aquella metáfora que la profesora McGonagall había mencionado días antes de la celebración.

-"En toda mujer hay una gacela esperando emerger"- La castaña soltaba una risita recordando esas palabras que en ese entonces consideraba trivialidades.

Tras esa frase  todas las chicas prepraban sus mejores galas y recordaba lo mucho que ansiaba que esa persona especial para ella aunque fuera como ultimo recurso la invitara a ser su pareja en dicho baile. Esa petición jamás llegó a pesar de haber sido invitada por varios de sus compañeros de casa; Seamus Finnegan, Dean Thomas e incluso el mismo Neville Longbottom se lo habían propuesto mientras ella se disculpaba como podía argumentando que alguien más la había invitado, no obstante  ella esperaba que precisamente él se lo dijera; sin embargo  le había llegado la noticia que por desesperación de no tener a la que quería había elegido a una de las hermanas Patil. Fue en ese momento en el que había decidido recluirse lo más posible en ese santuario que tan bien la conocía como si se tratara de una segunda madre, la amiga mas culta y callada con la que contaba; la biblioteca.

Leía toda clase de escritos complejos, pociones avanzadas, transformaciones encaminadas a la ingeniería y algunos que se habían escapado de la sección prohibida para poder dejarse deberes imponiéndose unas largas horas de estudio y no pensar en ese tonto baile lleno de gente cursi que seguramente llegarían hebrios olvidando la euforia del campeonato de los tres magos. En su mente aun estaba la primera vez que lo conoció, un chico corpulento de anchos hombros y mirada penetrante, acento búlgaro que daban el toque final  a esa barba perfectamente rasurada con sonrisa pulcramente perfecta. Viktor Krum había comenzado a asistir a la biblioteca con el pretexto de encontrar un libro de Quidditch para perfeccionar sus técnicas en el campo de juego, cosa que Hermione encontraba sumamente gracioso indicándole que en ningún lugar había un libro que hablara de dichos trucos.

-Quizá pudieras encontrar algo relacionado con el deporte a travez de los años o proezas de jugadores que han hecho historia como el ahora fracasado Ludo Bagman, no me preguntes como lo se pero digamos que soy una guía viviente de este lugar- Comentaba entre risas provocando otra igual en aquel chico tan famoso del deporte de escobas perteneciente al equipo de los Irlandeses.

EstocolmoWhere stories live. Discover now