❅ | 55 | ❅

39.5K 3.6K 1.1K
                                    


Si estabas esperando el capítulo con muchas ganas, comenta un ❤️

Giselle.

Por un segundo, no soy capaz de moverme de mi sitio, apenas y puedo respirar. Tenerlo aquí, frente a frente, a tan pocos pasos de distancia, despierta en mí un miedo tan cegador que me sorprende.

«Debes escapar» habla la voz de mi cabeza, y no puedo estar más de acuerdo con ella.

Mi mirada viaja al pasillo que da a la puerta de salida y analizo mis opciones y las oportunidades que tengo de poder salir bien librada de esta situación.

La casa de los hermanos Lachowshi queda bastante retirada. La propiedad más próxima queda lo suficientemente apartada como para saber que ir hacia allá no es un opción. Primero Seam me atrapa antes de lograr llegar. La carretera de esta zona tampoco es muy transitada. Ahora mismo me doy cuenta de lo muy desventajoso que es que mi novio viva tan alejado del pueblo.

Entonces, como si algo tirada de mí, tal vez el sentido de la sobrevivencia, mi mirada cae en un porrón que está cerca. Puedo lanzarlo en su dirección y lograr lastimarlo de alguna forma. Sí. Y, si tengo suerte, podré ser lo suficientemente veloz como para moverme y atacar sin que él se lo espere o se lo pueda imaginar.

Sin embargo, me falta valentía. Estoy vacilando en si hacerlo o no. Primero porque no soy muy buena para lanzar cosas, menos en momentos de presión, y segundo porque no quiero cometer ninguna locura, no quiero dar ningún paso en falso y temo que, si llevo acabo esta loca idea, todo salga mal y sea contraproducente.

Si Seam logra esquivar mi ataque, lo voy a poner furioso y…

— No, no, no hagas una locura, Giselle.

Su voz, oh joder, su voz me da escalofrío.

Es aterradora.

Él es aterrador.

Sus ojos rojos brillan con diversión, mientras me sigue mirando sin moverse. Es una mirada pesada. Tal vez demasiado. Me mira como un cazador mira a su presa. Incluso llega a relamarse los labios, como si fuera un animal hambriento.

Por un repulsivo segundo, su mirada me recorre el cuerpo y siento asco. Cuando vuelve a mis ojos, otra vez sonríe.

— ¿Es helado? Me encanta el helado — dice, como si me importara, como si él y yo fuéramos amigos de toda la vida y estuviéramos a punto de iniciar una conversación trillada y sin sentido alguno.

Entonces, me arrebata el tarro de helado. Así sin más. Sin moverse. Solo siento como el objeto se sale de mis manos y levita hasta las suyas. Procede a hacer lo mismo con la cuchara que sostengo y luego le da una probada al postre cremoso.

— Mmm— dice, cerrando los ojos y saboreando el dulce en su boca.

Justo en ese instante en el que parece estar un poco distraído, mi mirada se posiciona de nuevo en dirección al pasillo que da a la salida.

«No te puedes quedar aquí»

No, claro que no puedo.

Seam no se ha mostrado violento aún, pero sé que esta faceta pasiva es solo parte de su juego, de esta obra de teatro que se crea para intimidar más a sus víctimas. Porque sí, que esté así de relajado me pone aún más alterada que si estuviera actuando como el loco que realmente es.

Rápidamente vuelvo mi vista a Seam y, al ver que no ha abierto los ojos aún, tomo la decisión.

Un segundo.

Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora