La tercera rueda por Bélgica Cortés Jiménez

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La vida no es un cliché.

Siempre pensé mientras crecía que terminaría junto a mi mejor amigo Federico, éramos los amigos más cercanos y perfectos que podrían existir a miles de kilómetros a la redonda. Éramos como el agua y el aceite, personalidades diferentes pero que simplemente se complementaban a la perfección.

Nunca amé a mi amigo, ni siquiera estoy segura que si me gustó en algún momento, pero estaba dentro de mi ADN que llegado el momento indicado terminaríamos juntos como suele suceder, cuando un hombre y una mujer comparten tanto tiempo juntos. El asunto, es que no sucedió mi predicción a futuro, a él le gustaban los hombres y no cualquier hombre, le gustaba mi mellizo Aquiles.

Así que mi mejor amigo y mi mellizo ahora son pareja. Y lo mejor de todo es que su amor flota en el aire, haciéndolos increíblemente adorables para cualquier persona que los conozca desde un comienzo y para los que ya los conocemos por tanto tiempo. Los amo a los dos y estoy contenta de que estén juntos, como una de las parejas más guapas que he visto en mi vida.

—¿Vas a nadar? —pregunta Fede tocándome la rodilla, logrando apartar mis pensamientos respecto a mi pareja favorita del mundo.

—No quiero —respondo al ver los intensos ojos marrones de mi amigo—. Déjame tomar un poco de sol —me volteo y ahora mi abdomen queda apoyado en la toalla—, ¿por qué no acompañas a Aquiles?

—Pero quiero que me acompañes —dice de forma tan lastimosa que me arranca una sonrisa—, hace tiempo que no estábamos juntos y quiero pasar tiempo contigo, como antes. —Se recuesta al lado mío, provocando que me tenga que mover para darle el espacio dentro de la toalla. —Vamos Pandora, hace mucho tiempo que no estamos juntos, y quiero saber que seguimos siendo los mejores amigos.

—Sabes que lo somos —susurro mientras apoyo mi cabeza en su dirección—, no deberías pensar cosas raras —le aseguro, porque yo estoy feliz que ellos dos estén juntos como lo haría cualquier persona que apoya todas las formas de amor.

—¿Por qué será que me cuesta creerte? —acaricia sutilmente mi espalda—, no porque este con tú hermano, significa que no te amé o que no me preocupe por ti —me muerdo el labio inferior y lo quedo mirando por un instante, estoy segura que no lo amo, pero tal vez siento que ya no es lo mismo de antes.

—Fede... —susurro—, eres mi mejor amigo, y estoy feliz de que estés con Aquiles, porque no estarías en mejores manos o viceversa —sonríe discreto—, tan solo que...

—Pandora —su mano se detiene justo donde termina mi espalda—, sabes que jamás habría intentado nada con él, sin que no estuviera seguro de lo que sentías por mí. Pero... —se queda en silencio, porque quizá que cosa estará pensando en este momento.

—Oye, te amo. Pero no de esa manera —le toco su mejilla—. Y créeme que estoy tan feliz de que estés con mi hermano, porque son la pareja más dulce y sexy que alguna vez logre ver en vivo y en directo.

—¡Ay, Pandora! —se acerca a mí y me da un sonoro beso en el hombro—. ¡Te amo!

—Lo sé —nos apartamos para volver a voltearnos y quedarnos otra vez mirando al Océano Pacífico. Pero también sé que no es amor del que siempre pensé que tendríamos en algún momento de nuestras vidas e increíblemente no me afecta para nada y sinceramente me siento tranquila, porque hubiera sido terrible que estuviera enamorada de mi mejor amigo cuando él estaba perdidamente de mi hermano, literalmente tendríamos una tragedia griega, haciendo honor a nuestra descendencia.

—Aún me cuesta creer que tengo una relación con Aquiles —susurra mirando a mi hermano surcar una de las olas.

—¿Por qué? —inquiero confundida.

Romance en tinta: AntologíaWhere stories live. Discover now