19. Esconde su vergüenza

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—Mereces más de lo que podría llegar a darte —alegó con pesimismo.

—Tú me darías el mundo —aseguró con una sonrisa presumida, como si conociera algo que él no.

—¿Cómo puedes estar tan segura?

—Puedo verlo en tus ojos —susurró antes de besarlo con ternura y anhelo.

Viktor correspondió abrazando su cintura y acariciando su tersa y suave piel con premura. Ella no quería dejarlo, no quería rechazarlo y no quería que se rindiera. Unos golpes en la puerta los interrumpió, pero ninguno se alejó del otro, sino que se sumieron en un abrazo profundo buscando proteger al otro.

—Boblín, te necesito abajo ya mismo.

La voz de Tracker se oía preocupada y eso capturó la atención y la curiosidad del pelirrojo.

—En un momento —afirmó. Laima protestó e intentó besarlo de nuevo, pero él negó con su cabeza sin poder ocultar su sonrisa—. Soy un profesional y suelo anteponer el trabajo sobre cualquier otra cosa, reconsidera tu decisión.

—No tengo nada que pensar —aseguró con una sonrisa antes de besarlo y dejarlo irse.

Boblín suspiró complacido con su respuesta antes de levantarse de la cama y vestirse bajo la descarada mirada de su prometida. Ciertamente, no parecía inhibirse por nada y eso le encantaba. Lamentaba un poco el tener que dejarla tan pronto había despertado, pero el deber lo llamaba y en cuanto más rápido resolviera el caso, más rápido se encontraría en Robania dedicando todo el tiempo que quisiera a su mujer, porque sí, Laima sería su mujer.

—No salgas sola, por favor —pidió besando sus labios antes de despedirse y bajar las escaleras intentando ocultar su sonrisa mientras jugaba con su anillo de casado, el cual no se había quitado del dedo anular.

Tan pronto llegó a la sala, su buen humor se desvaneció. Tared lloraba desconsoladamente en uno de los sillones y Tracker estaba sentado junto a él hablando con palabras reconfortantes. No había nadie más en la habitación que ellos dos. La angustia inundaba el lugar con burlescas danzas que recibían lágrimas de pesadumbre e impotencia. El viento silbaba con tristeza acompañando las penas del oficial asinisiano y el sonido de parvadas de cuervos ambientaba la lúgubre escena con tintes negros siniestros.

Con pasos vacilantes, se adentró con un mal presentimiento atenazándole el corazón. Sintió un ligero temblor en sus manos al escuchar a Tared sollozar con tanto desespero, fue una sensación casi igual a cuando Tracker creyó que Jonas había muerto.

—¿Qué ha pasado? —Inquirió ansiando una respuesta temprana a la interrogante.

El apesadumbrado asinisiano limpió sus lágrimas y contuvo un sollozo antes de responder:

—Se llevaron a mi hija.

Boblin se quedó sin palabras, no tenía forma de consolarlo cuando todos en esa sala estaban seguros de cómo aparecería la niña si es que el responsable había sido el asesino de los cuervos. Reconfortar a los demás no era su fuerte.

—Aún podemos dar con ella —dijo con determinación—. Vamos, busque a sus oficiales y recorreremos cada rincón de este pueblo hasta encontrarla. No la dañará, solo intenta asustarlo porque sabe que usted es la figura de autoridad de Asinis y sabe que si usted y Tracker caen, nada lo detendrá.

Tared lo observó cabizbajo y con las esperanzas partidas, le costaba trabajo creer que su niña podría seguir con vida. Desde hacía horas que esperaba el anuncio de los cuervos con amarga y mansa resignación.

—Boblín tiene razón —secundó Tracker ayudando al oficial a ponerse en pie—. No perdamos más tiempo, hay que buscarla ya.

Los tres hombres asintieron antes de salir, pero Boblín regresó porque olvidó colocarse el abrigo. Su mirada se desvió unos segundos hacia la mesa con los dibujos del niño Acis y creyó oportuno llevarlos, en caso de serle útiles, una corazonada le hizo creer que así sería. Una vez fuera, decidieron buscar por separado.

#1. El anuncio de los cuervos #1. AnimalesOscuros (✔)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora