CAPITULO 2

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( ACTO UNO; CAPÍTULO DOS)En algún lugar del planeta

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( ACTO UNO; CAPÍTULO DOS)
En algún lugar del planeta





Los ojos le dolían como si hubiera estado directamente frente al sol. Aun así, intentó abrirlos con esa luz blanca potente frente a ella; al principio miraba todo borroso y le escocían los ojos, pero pasando el tiempo pudo adaptarse. Su muy incómoda cama, que parecía más a una roca, le había provocado un dolor insufrible en el cuello; parecía estar en una cabaña por el tipo de construcción de la habitación, madera por todos lados y el olor humedad dentro de la habitación.

Paso ambas manos por su cara mientras bostezaba, lo único que hallaba de bueno en esto, era que por primera vez durmió demasiado tiempo; normalmente se levantaba a las tres de la mañana por las pesadillas que surgían durante la noche, según los libros era predicciones del futuro u vistazos de su vida pasada; sí, entre las brujas había la probabilidad de la resurrección. Se dispuso a levantarse, pero algo se lo impedía, como si estuviera amarrada; pasó sus manos por la cintura descubriendo que no tenía nada.

Suspira pesadamente al saber que se trata de magia, y digamos que ella no domina al cien por ciento sus poderes por lo que le tomaría demasiado tiempo en escapar de aquella atadura invisible. Sin embargo, un dolor empieza a escocer en su pecho, le es difícil respirar, solo que de rato se detiene. Casi siempre tenía esos dolores, su madre le dijo que eran comunes por los poderes, pero ella sabía que nunca fue así, fue una cosa más que su abuela y madre le ocultaron. De momento, se escucharon pasos afuera de la habitación, por lo que la azabache solo giró la cabeza observando la puerta para ver quién es su secuestrador.

La puerta de madera oscura se abre, mostrando al hombre que había visto antes de desmayarse. Seguía con su traje verde con negro, así como con detalles dorados pero esta vez sin báculo y sin cuernos. Parecía más humano sin esos accesorios, pero para Rhyd seguía sin darle miedo. Volteó la cabeza para observar al techo, no tenía ganas de escucharlo.

— Al fin despertaste — comenta con tono sarcástico — Ya pensaba que serías como ese relato midgardiano de la joven durmiente —

— Lamentablemente no lo soy y podrás seguir escuchando mi melodiosa voz — dice mordazmente la chica y se cruzaba de brazos, ya que es lo único que se le permite hacer.

Escucha la risa más falsa de su vida, y luego siente un peso extra en su lado izquierdo, aunque no se atreve a voltear.

— Rhyfedd Dwyer — susurra su nombre cerca de su oído — He escuchado muchas cosas sobre tu familia en Asgard —

La azabache frunce el ceño, ¿Asgard? ¿Cómo le había dicho al cuento de la bella durmiente? Ah sí, Midgardiano. Pues, ¿de dónde rayos es este tipo? Piensa la chica. Esos son términos que jamás en su vida había escuchado y además de la vestimenta y el porte del hombre mostraban que de dónde venía era alguien adinerado.

— Mira — le interrumpe la mujer de manera brusca y sin cuidado — Me vale un completo pepino si sabes quién soy o no, yo solo quiero que me liberes y me lleves de vuelta a mi departamento — pide la chica girando a verlo finalmente.

El hombre tenía un semblante feliz más Rhyd seguía tranquila, sin agitarse o mostrarse débil ante él. No quería que viera que por lo menos tenía un poco de duda de que le haría después de todo lo que le dijo. Mientras el azabache pensaba que era una midgardiana muy curiosa, muchos ya habrían estallado en miedo o habrían hecho todo lo que decía, pero al menos tendrá un juguete en esta guerra que ha iniciado.

— Soy Loki Laufeyson — suelta el hombre sin más, dejando de lado el título que ostenta en su tierra.

La chica se ríe a secas — Bienvenido al club de los nombres raros — porque era la verdad, ella y su curioso nombre como el de ese tipo medio chisqueado.

Loki sonríe a medias sin tomarle gran importancia al chiste sarcástico de la midgardiana.

— Al decir eso me das entender que nunca has escuchado de mi — dice el azabache — Soy un Dios, el del engaño, hijo de Laufey, un gigante de hielo que fue criado por el padre de todo — ahora si alude a todo lo que conlleva su nombre en los nueve mundos.

La mente de Rhyd hace un click tremendo al ubicar lo poco que le ha dicho. Su madre siempre le contaba historia de dioses, sin importar su mitología, pero la favorita de la Dwyer mayor siempre fue en la que el dios todopoderoso nórdico acogía en sus brazos al hijo de su peor enemigo. La castaña casi azabache abre los ojos sorprendida; tampoco es tan ingenua para creer que él sea un Dios, porque no existen, ¿cierto? Rhyd cierra los ojos abruptamente y niega con lentitud, no queriendo creer ante lo que su mente había creado.

— Mitología nórdica — susurra para sí misma — ¡Pero eres un mito! — grita la chica girando su cabeza para verlo sin creer aún.

Él ríe, que ingenuos son los midgardianos, piensa el dios.

— Aquí estoy — dice el dios con notable sarcasmo — En carne y hueso —

Aunque la mente de Rhydd seguía en un shock, y su lazo transparente se ajustaba más, dejándola sin aire, sin embargo, tal vez era algo que estaba imaginado más cayó dormida otra vez, dejando sin respuesta al príncipe Loki. Este suspira, levantándose del catre y observaba a la joven.

Era bella sin duda, pero solo forma parte del plan; él no está interesado en coqueteos con chicas comunes e inferiores a él. Mucho menos esa midgardiana. Se retira de la habitación dando un portazo que no molesto a la irlandesa.

Lo peor, es que nadie de sus vecinas se dio cuenta que la chica alegre no había recogido su correo de la puerta o que si jefe no se enteró de que había faltado. Para el mundo exterior, Rhyfedd Dwyer es alguien sin gran relevancia en su mundo; peor para ella, porque no tenía familia a la cual preocupar.

Ella estaría a merced de este dios loco, aunque no quisiera. ¿Cuáles son sus razones para vivir? Se preguntaba aún dormida.

Monster | LOKI LAUFEYSONWhere stories live. Discover now