¿Qué es el tiempo?, ¿Cuánto dura un momento?
Los números señalados por las manecillas de algún reloj no fueron coincidencia, llevará a esa persona al lugar que pertenece y desea llegar.
Las reglas están establecidas, será su decisión el enfrentar...
Un remolino súbito hizo a Hoseok cerrar los ojos, la cabeza le daba vueltas, sintiendo como si lo comprimieran, temía escuchar sus huesos rompiéndose, lo que no sucedió, tan pronto como había empezado esa sensación se fue, aún con los puños cubriéndole los ojos clavándose los codos en el abdomen, los sonidos llegaron a sus oídos, una música lejana venía del exterior, escuchaba los pasos de las personas y algunas palabras de las charlas que tenían, el zumbido de los autos, su respiración y un suave tic tac, las manecillas se movían.
Abrió los ojos de golpe aún con los puños arriba, se enderezó mirando a su alrededor, esa era su habitación, lo pudo haber jurado si no fuera por la pintura amarillo pastel y el juego nuevo de cortinas y sábanas blancas, el sol entraba resplandeciente por la ventana, cuando hace solo un momento se encontraba lloviendo con las nubes más gruesas y espesas.
-¿Qué... diablos está pasando?,- Todo se veía tan normal que lo aterraba, ¡Claro que no era normal! Esto era una broma, ¡Exacto!, ¡un sueño!, debía de encontrarse inconsciente en su cama debido al resfriado, rió con ironía palmeando sus mejillas, "¡El poder de la mente! Eso debía ser", con el reloj aún en mano lo guardó en uno de sus bolsillos de la chaqueta.
Salió del lugar dando traspiés, miraba todo con curiosidad, era tan real, no había un cambio descomunal, los autos no volaban en su época, pero eran extravagantes, en comparación con los que veía ahora son a lo que llamarían "clásicos", los edificios estaban escasos de anuncios luminiscentes y los drones no volaban patrullando. Caminó varias cuadras asegurándose que seguía en Seoul, de eso no cabía duda. Siguió su camino hasta llegar a un puesto de revistas, en el que un señor veía las noticias en un pequeño televisor, tomó un periódico y lo primero que examinó fue la fecha de ese día.
-¿07 de Noviembre del 2017?... --Parpadeo perplejo-- s-señor, d-disculpe --la voz le temblaba al siquiera pensar lo que estaba por preguntar,-- ¿Este periódico está bien? , d-digo la fecha.
-¿Qué si está bien?- el señor ofendido apartó la vista de su televisor- Claro que está bien, ustedes los jóvenes no hacen más que sacar sus Smartphone para esto y aquello, ya no saben cómo se deben leer los periódicos,- el viejo malhumorado le arrebató de las manos el manojo de papel y le ahuyento con la mano.
¡Cómo pudo olvidarlo! Su celular le confirmaría que era 2047 y le haría callar la boca a ese vejete, checó sus bolsillos sin éxito alguno, probablemente lo había lanzado en la cama durante su rabieta.
-¡Inscríbanse al nuevo centro de entrenamiento Yeoksam-Dong! – Un chico con sonrisa de encanto repartía volantes en una esquina del lugar del que lo habían echado justo esa mañana... ¿o lo harían dentro de 30 años?,- ¡Entren! El primer mes tiene un descuento del 50%, toma amigo, entra y haz fila que esto se llena rápido.
Al acercarse el chico le dio un volante y palmeo su espalda, siguiendo en su tarea de vociferar los anuncios. Hoseok estaba inquieto, pero no perdía nada por echar un vistazo, escribió algunos de sus datos en un formulario con el recepcionista del lugar (al parecer el otro chico lo había engañado, ya que nadie se encontraba haciendo fila).
-"Fecha de nacimiento... 01 de marzo del 2023"- el chico de la recepción se extrañó, cayendo cuenta de su error, rayó el año y sobrescribió- "1993"- satisfecho, lo dejó entrar.
Era justo como lo había imaginado, un dojo amplio y tradicional, de pisos lustrosos de madera, donde la mayoría de los campeones de kendo habían recibido los grados superiores convirtiéndolos en maestros.
-¿Vienes a conocer o a inscribirte?- Un chico alto, de tez morena le habló con voz grave y pausada, sacándolo de la ensoñación.
-¿he?, ¿Las dos cosas?- Hoseok sonrío de manera espontánea dejando ver sus dientes blancos.
El chico más alto asintió, dejando salir un bufido.
-Mi nombre es Son Hyunwoo, -Hoseok estaba a punto de tenderle la mano cuando este le dio la espalda,- Sígueme,- Hyunwoo vestía un chándal negro y zapatos deportivos, se movía con pasos torpes, balanceando su cuerpo al caminar, hablaba de manera mecánica como si tuviera una grabadora en vez de cuerdas vocales, era tan parecido a un robot.
-Oye, - El chico moreno se detuvo en seco, provocando el que casi chocase con él, - ya que no me permitiste el presentarme, mi nombre es Shin Hoseok, no soy ningún principiante, obtuve el cuarto nivel después de mi tercer campeonato en Tokyo, todas esas bases de entrenamiento me las he aprendido de pies a cabeza, no son necesarias, estoy aquí por los niveles superiores- Sonrió con suficiencia alzando una ceja- ¿quién es el instructor de aquí?
Hyunwoo parpadeo confundido, y como si procesara un problema matemático complicado, frunció el ceño.
-Yo...
Hoseok apretó los labios y ahogó una risa, Hyunwoo sin embargo se percató de ella.
-Lo siento, enserio, no me malentiendas, pero...
-¿Pero qué Shin Hoseok?- Un hombre con apariencia imponente casi similar a la de Hyunwoo se acercó a ellos,- Es una falta de respeto que te demos la oportunidad de dar una vuelta a nuestro recinto y te burles de lo que desconoces.
Su mirada era desafiante y calculadora.
-¿Cuántos años tienes entrenando Kendo? ¿3?
Los colores se le subieron a Hoseok al rostro.
-10 años señor.
- Excelente, me alegra saber que tienes respeto por tus mayores, ¿Qué te parece un trato? si es que de verdad te interesa inscribirte, te desafío a vencer a mi hijo en un combate, si ganas tendrás un año de tus clases superiores gratis, pero si pierdes, tendrás que pagarlo completo incluyendo lo teórico base.
-¿Enserio?- su boca quedó abierta
-Soy un hombre de palabra.
"Esta es mi oportunidad" pensó, confiaba en sus habilidades, asintiendo en señal de aprobación, accedió al trato.
-¿Y quién es su hijo?
-Hyunwoo, -miró a su hijo serio,- vayan por las armaduras.
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