Lo veo dibujar una sonrisa en los labios cuando enfoca a Wendy y, abriendo sus brazos para recibirla, clava su mirada en Stefan y en mí.

— Pensé que ibas a venir sola — alcanzo a escuchar como le dice a Wendy, sin dejar de abrazarla.

— Quería darte una sorpresa.

— Vaya que me la diste, Wendy.

Cuando se alejan, Mateo estira su mano hacia Stefan para saludarlo. Ambos comparten un fraternal abrazo y luego sus ojos grises se clavan en los míos.

— Chase — pronuncia como saludo.

— Mateo — respondo de igual forma.

El chico no dice nada más, solo se hace a un lado y nos da entrada a su casa.

El lugar es amplio. Me sorprende lo ordenado que está. Todo está en blanco y negro, y hay cuadros en las paredes, dándole un poco de color al lugar. Hay una escalera en forma de caracol que, supongo, da ha un segundo piso, y una enorme puerta de cristal que da hacia la playa.

— ¿Quieren una cerveza? — Mateo pregunta. Lo siento pasar por mi lado antes de atravesar una puerta cerrada. Asumo que es la cocina.

— ¡Yo si quiero! — Stefan acepta, dejando su maleta, y la de Wendy, en una esquina.

Yo hago lo mismo antes de tomar asiento junto a la pelirroja, que se ha sentado en uno de los muebles más grandes de la sala.

— Parece que le ha ido muy bien, ¿no crees?

La miro.

— Parece que sí — asiento.

Wendy estira su mano en mi dirección y toma la mía.

— Todo va a salir bien. Déjame a mí hablar.

Asiento. No tenía intenciones de decir ni una palabra antes de tantear el terreno.

Justo entonces Mateo vuelve a hacer acto de presencia. Tiene un par de cervezas en cada mano. Le da una a Stefan, y luego se acerca para darme una a mí y a Wendy. A pensar de no beber, se la acepto y la dejo sobre uno de los posavasos que hay en la mesita de centro.

— Y… ¿en qué puedo ayudarlos? No creo que esto sea una visita con intención de reencuentro. — Habla, directo al grano. Sus ojos grises clavados en mi anatomía, hostiles. Lo veo darle un trago a su cerveza antes de mirar a Wendy.

— No. No es una visita de reencuentro, aunque no veo por qué no puede serlo.

Ante las palabras de la pelirroja, Mateo tuerce una sonrisa y hace un gesto con la botella de cerveza para que siga hablando.

— Es sobre un tema delicado. Y necesitamos tu ayuda.

— Continúa, Wendy.

— Necesitamos contactarnos con El Consejo.

— Ajá — por el tono que usa, parece que aún no ha entendido.

— Kaled no nos ha aprobado la cita para poder hablar con él — Stefan es el que explica — Hemos intentado de todo. Incluso le pedimos a Dove y Donovan Whittmore para que pidieran la cita en su nombre. No funcionó.

Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora