Capítulo 9

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Entro por la puerta del hospital y camino directamente hacia los ascensores. Pulso el botón para llamarlo y la puerta del mismo se abre al momento. Me subo y pulso el botón de la segunda planta.

Tras varios segundos, salgo del ascensor y corro por todo el pasillo hasta detenerme en la habitación número 29. Abro la puerta de la misma y siento un ligero vuelco en el pecho cuando veo que Alexander me mira. Está sentado en la cama, tiene un brazo escayolado y una venda en la cabeza. ¿Es Naster capaz de hacerle algo así a alguien?

La madre de Alexander, la cual está sentada en el sillón de los visitantes, se levanta y me sonríe con ternura. Yo le devuelvo la sonrisa y me acerco a la cama hasta ponerme enfrente de Alexander.

—Os dejo solos, ¿de acuerdo?—Dice su madre, dirigiéndose hacia la puerta a paso ligero—Gracias por venir, Helena.

Niego con la cabeza y, dedicándome una última sonrisa, sale de la habitación.

Vuelvo a mirar a Alexander y no sé cómo actuar ante él. En el caso de que sea verdad que él supiera que estaba secuestrada y no ha hecho nada al respecto, no se merece ni que esté aquí.

—¿Cómo estás?—Le digo para romper el silencio que nos inundaba.

—¿Tú qué crees?—Dice poniendo los ojos en blanco—A ese tipo se le fue la cabeza, Helena. Me golpeó a la vez que me decía que no me volviera a acercar a ti.

Trago saliva con pesadez y estoy casi segura de que Naster es el responsable de todo esto.

—Lo mejor será...—Comienza a decir en un susurro—...que no nos veamos más.

Frunzo el ceño y veo que acaricia la escayola con su mano libre. No cruza la mirada conmigo en ningún momento y juraría que mi presencia le está agobiando.

—¿Qué?—Digo alzando las cejas—No sólo no me has ayudado mientras estaba secuestrada, sino que encima me dejas.

—¿¡Qué necesidad tengo de pasar por esto!?—Dice alzando la voz y mostrándome su brazo herido—No quiero que te acerques a mí mientras tengas a un psicópata pegado a tu culo.

Excusas. Sé que me está dejando por otro motivo y está usando como excusa todo esto.

¿Qué hago? ¿Qué se hace en situaciones así? ¿Golpearlo y decirle lo estúpido que es? ¿Huir?

Veo que sigue sin mirarme y resopla con fuerza, así que yo resoplo aún más fuerte, me giro y salgo con rapidez de la habitación, pegando un portazo.

—¡Imbécil!—Digo para mí misma.

Camino por el pasillo y me cruzo con una chica que me resulta muy familiar. La he visto varias veces en la universidad. Es morena y lleva un pearcing en la nariz. Pasa por mi lado y yo sigo caminando, pero antes de subirme en el ascensor me giro y veo que entra en la habitación de Alexander. Algo me dice que Alexander me engaña con otra, y sin embargo no estoy derramando ni una lágrima por ello.

(...)

Hace dos días que mis padres se fueron de viaje y hace dos días que no he hablado con nadie. En varias ocasiones he intentado llamar a Anna por teléfono, pero nunca me lo ha cogido.

Me siento... extraña. Sola. Muy sola.

Mi madre nos abandonó a mi padre y a mí cuando yo tenía cinco años y desde entonces no sé nada de ella. Varios rumores han llegado a oídos de mi padre. Algunos dicen que está viviendo en Nueva York con su actual pareja. Otros, que vive en un pequeño pueblo en la costa andaluza. No lo sé, pero tampoco me importa. Quizás me duela un poco no saber nada de ella, pero si mi madre no se ha molestado en saber cómo estoy, yo tampoco lo haré.

EL DELIRIO DE NASTERWhere stories live. Discover now