Recuerdo...

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¿Empezamos de cero? -  me quedé en silencio algunos minutos, aún lo recuerdo bien. El silencio inundaba la habitación, era un silencio cómodo a decir verdad y en todo ese tiempo nos quedamos en la misma posición.
-Ruggero...- suspiré - estás borracho y necesitas descansar, y yo también.
-Te amo mexicana! - dijo ignorando mi comentario anterior - te amo, y estar borracho es mi única excusa en esta situación. Te amo, te amo y te lograste meter bajo mi piel, cada centímetro que no puedo sacarte ni quiero. Tu tacto me vuelve loco. Y aunque jamás hemos tenido un... Tú ya sabes. No es necesario, me basta y me sobra con tu mirada, tu sonrisa, tu rostro, tus manos, tu todo. ¡Tú! - Realmente no sabía qué decir, estaba atónita ante sus palabras tan dulces. Decidí soltarlo y verlo a los ojos. Oh! Sus ojos, sus ojos color miel. Bellísimos. Me quitan el aliento, me estremecen... ¡Me encantan!
-No me digas nada ahora - me dijo sin romper el contacto visual - me lo puedes decir mañana... Debes descansar, mowglito! - hace tanto que no me decía así - sueña conmigo. - dijo dándome un beso en la comisura de mis labios. Sentir sus labios con los míos me hizo estremecer. Una sensación de serenidad y paz me recorrió.
Aunque no fue un beso en sí, con el poco tacto que tuvieron fue suficiente.
Salí de la habitación con las mejillas sonrosadas, y me dirigí a la de Mauri.
Se me había olvidado sacar mi pijama, así que saqué una de las camisetas de mi hermano y me la puse. Me recoste en la cama aún sintiendo la sensación de sus labios con los míos.
¡Ah! Ruggero Pasquarelli... ¿Qué me has hecho?

El Corazón No Es Tan Buen Actor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora