11. Corte de cabello

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Calipso salió de los baños, tratando de apartar el cabello mojado de la túnica nueva

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Calipso salió de los baños, tratando de apartar el cabello mojado de la túnica nueva. Lo mantuvo sujeto con las manos y siguió escurriéndolo aún en la calle. Retuvo un suspiro y buscó con la mirada a Odín en medio de su aturdimiento por el robo y la perdida de la noción del tiempo. No sabía cuánto había tardado en bañarse, pero, cuando pasó un larguísimo rato y no vio a Odín por ningún lado, se dijo que la hora pactada todavía no había pasado.

Quizás no tenía que apurarse en las piscinas, quizás no había turnos o grupos pactados. Quizás podría haberse tomado su tiempo, tranquila, si después de todo iban a robarle igual.

Se quedó parada cerca de las puertas, sin animarse a alejarse demasiado, y captó la mirada de la señora gorda que cobraba. Estaba analizándola y Calipso tuvo que girarse hacia otro lado para no tentarse a devolverle el visto. Ese gesto se le hizo extraño y, sin saber bien por qué, comenzó a pensar que quien le había robado habría sido ella.

Torció el gesto y por un brevísimo instante, consideró ir a reclamarle. Pero no tenía pruebas y al final podría haber sido ella como cualquier otra mujer, por lo que se quedó callada, dándole la espalda hasta que Odín apareciera.

Mucho después, cuando comenzó a preocuparse por él y a maquinarse lo peor, como que él la había abandonado en los baños, a sabiendas de que no podría regresar, para quedarse con todas sus joyas, alguien le tocó el hombro.

Dio un brinco enorme y retuvo un grito. Entre toda esa paranoia, creyó que querría robarle de nuevo, pero esta vez cara a cara.

—¿Si quiera te escurriste el cabello? —preguntó un hombre de pelo rubio y mirada brillante que dejó a Calipso muda por un segundo. Por supuesto, un momento después, reconoció sus ojos miel en un rostro sin barba.

Odín se veía muchísimo más joven y no solo el baño le había dado un aspecto alineado y prolijo, si no que la barbilla afeitada lo hacia parecer alguien de alta cuna. No parecía un ladrón ni mucho menos un guerrero. Se había atado el cabello largo en la nuca y la ropa limpia de lana y cuero estaba cuidada por completo.

Calipso abrió y cerró la boca varias veces, pues estaba estupefacta. No podía relacionar al Odín sucio con ese, que parecía un comerciante con un alto sentido de la higiene. La sonrisa burlona de Odín no era lo que ella esperaba en verdad que fuera. Sin toda esa barba, la curva de sus labios era atractiva. Él era atractivo, en una forma curiosa. Y esa sonrisa, ahora que la miraba bien, más que burlona era... encantadora.

—Calipso —insistió Odín, chasqueando los dedos delante de sus ojos.

—¡No pude secarlo bien! —contestó ella de golpe, retomando el hilo de sus pensamientos—. No me alcanzó la manta y me robaron la túnica y...

—Te la robaron —repitió Odín, frunciendo los labios con insatisfacción y Calipso boqueó como una idiota al verlo. ¿Esa mandíbula había estado debajo de toda esa barba asquerosa de alambre?—. Perfecto.

Destinos de Agharta 1, CalipsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora