Capitulo 29 parte dos

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Me desperté.

Todo fue tan real, él, gaby, el disparo. Todo.
¿Solamente fue un sueño?

No, no fue un sueño, fue una pesadilla, una pesadilla que sé que no voy a dejarla de soñar.

Quería volver a dormir pero me fue imposible. Me fije en el reloj de mi celular, faltaban pocos minutos para que dieran las siete, me paré de la cama y fui directo al baño, me lavé la cara y bajé a la sala, pero sabiendo que iban a aparecer las imágenes de la pesadilla, preferí dar un recorrido por la casa.

Después de unos, no sé ¿diez minutos? Encontré al final de un pasillo unas escaleras. Bien dicen que la curiosidad mató al gato, así que bajé, me encontré con unas puertas dobles, las abrí para poder ver lo que había dentro. Un saco de boxeo, y unas cuantas máquinas para hacer ejercicio.  Algo así como un pequeño gimnasio.

¿A quién no le vendría bien un poco de ejercicio?

Probé cada máquina que se encontraba ahí, empezando por una caminadora, y terminando por el saco de boxeo.

Estaba agotada, sí, pero quería probar que tal era golpeando. Me fije en el pequeño reloj que estaba colgado en la pared 8:30 me puse el par de guantes que estaban en una banca de madera.

Di el primer golpe, se sentía genial, el segundo, el tercero. Se perdió la cuenta, se fue el tiempo.
Creo que lo hacía bien, mi cuerpo estaba sudoroso, hace tiempo que no gastaba tanta energía, seguía golpeando el saco hasta que la puerta por donde entré se abrió. Gaby.

—Al fin te encuentro — Caminó hasta la banca y se sentó.

— No sabía que tuviera un gimnasio — dije quitándome los guantes y me senté a su lado.

— Oh bueno, bry come mucho y dice que no quiere engordar, porque así nadie lo va a querer, y tiene razón, yo heredé la belleza y él el talento.

La amo.

— Bueno a lo que venía a decirte es que ya esta el desayuno servido, por si quieres ir.

Todo mi esfuerzo del ejercicio se fue al diablo, comida era comida y yo, no podía fallar. Digo, ¿Quién se puede resistir a la comida? Al menos yo no.

— No se diga más.

Salimos de ese lugar, pasé lo más rápido posible al llegar a la sala, al entrar a la cocina, el olor a un rico y delicioso desayuno inundó mis fosas nasales. Me senté y gaby hizo lo mismo frente a mí.

— Necesito que me acompañes al centro comercial.

— ¡Oh claro! — Metí en mi boca otro bocado de comida, era el maldito paraíso — ¿Cuándo?

— Hoy, pensaba ir terminando el desayuno, ¿te parece? — asentí mientras seguía masticando.


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— Oh mira que bonito! Este tambien — colocó otro vestido encima.

Y así fue en como hace más de una hora entrábamos a todas, y cuando digo todas es todas las tiendas, además de que mis brazos estaban cubiertos por más de, no sé ¿veinte vestidos?.

Me estoy arrepintiendo de acompañar a gaby.

— Uy también ese — se giró a mí y puso el vestido encima — aunque por el escote que tiene creo que te quedaría mejor a ti, muy bonitas por cierto — dijo apretando mis pechos.

Mi Promesa• -BrytiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora