Elástico Roto

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La mañana del verano en sus últimos momentos acompañado de una brisa que delataba la lluvia nocturna y los pajarillos celebres entonando sus melodías ajenos de un rubio malhumorado por la resaca y el dolor muscular que tenia que no deseaba ni levantar un dedo porque deseaba quedarse en cama hasta la siguiente semana.

— ughh... estúpidos pájaros...     ¡ DEJEN DORMIR MALDITA SEA!— grito el ojiverde al lanzar una almohada a su ventana para que las criaturillas huyeran asustadas por el impacto.

Y dejando a un lado el enojo y las ganas de matar al mundo la alarma comenzó a sonar en la cómoda al lado de su cama, lo cual lo saco un poco mas de quicio.

  — ok, ¡ok! ¡YA ENTENDÍ, CÁLLATE!.... estúpido despertador... estúpida escuela con practicas los sábados.

Aun a regañadientes y el dolor que amenazaba con dejarle dormido en cama por una semana, preparo su mochila y salio del dormitorio dirigiéndose al estudio principal para comenzar sus pesadas lecciones con esa maestra que prácticamente (sin el consentimiento de nadie) corregía la postura de los alumnos aun si les dolía el repentino exigimiento de mas flexibilidad. Yuri odiaba ese aspecto de la maestra, pero amaba la perfección con la que combinaba la música y los pasos en una armoniosa obra de arte.

Distrayéndose tanto como podía en el camino para olvidar la vergüenza que sucedió la noche pasada se dirigía al estudio principal y en el camino se topo con Felzman su maestro de piano que acompañaba a la abeja reina de las bailarinas, Lilia, su maestra de danza.

Con solo ver a la pareja sus ganas de asistir a la clase se esfumaron y decidió escabullirse por los pasillos y la parte posterior al edificio de al lado para entrar en su sala favorita.

Una sala que no estaba en uso a causa por el mal funcionamiento de las luces y que ademas se encontraba sin ventanas que permitieran la luz natural. Aun así Yuri disfrutaba con paz y calma el danzar en ese lugar, la calma del ultimo piso combinada con la poca visibilidad le daban una sensación embriagadora que le daba hormigueos al recordar la música en su mente y dejarse llevar por los movimientos sin temor a que alguien le recriminara por no ser los pasos establecidos o que no existían oficialmente los complementos a la danza que el agregaba. Se liberaba de esas riendas al entrar a ese lugar.

Solo las salas de los primeros dos pisos se usaban y el resto de los 6 pisos totales no, su sala favorita estaba al final del corredor mas largo en  el quinto piso .

 Los sonidos de sus pies al danzar y la música de piano que reproducía en su teléfono (a pesar de haber uno real en la sala que solo usaba al terminar de practicar) provocaron que se corriera el rumor de un supuesto fantasma que rondaba el edificio y solo aparecía en la noche o en las mañanas, sin saber que el causante no era menos humano que el resto.

Sintiéndose libre al correr hasta su destino, entro abriendo la puerta sin mas, pues era la única con piso decente para bailar que estaba sin candado. Dejo su mochila al lado del majestuoso piano negro en el que practicaba las nanas que su abuelo le cantaba de niño cuando se sentía cansado por bailar y se recuperaba en ese tiempo.

Saco sus zapatillas de su maleta y se dispuso a ponérselas, notando que una de ellas tenia el elástico roto, aquel que reforzaba su agarre a la zapatilla y sin el se le podía salir y provocar una lesión. Pensando en ello la tomo y aventó donde su brazo alcanzo, pero un quejido de dolor le hizo reaccionar.

A al menos unos tres metros veía un bulto negro en el suelo, no lograba distinguir bien por la falta de luz, pero por lo poco que se notaba, sabia que era una persona de estatura... ¿media?, no lo distinguió lo suficiente pues solo se sentó en ves de levantarse.

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⏰ Última actualización: Mar 05, 2018 ⏰

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