28.- Motivo de cambio

Comenzar desde el principio
                                    

- Sabes que no tengo permiso para bajar, ni siquiera sé si no volveremos a tener problemas en la frontera.- Me rodeó con sus brazos, intentando consolarme ante la seriedad de su pregunta.

Sonreí.

- Sabes perfectamente que tenemos los contactos suficientes como para conseguir la firma del Gobernador en todo lo que queramos.

Él me devolvio la sonrisa con suavidad, besándome.

- Si logras que me firme la orden, haremos todo lo que quieras.

Sonreí levemente, mordiéndome el labio inferior.

- Querido, no deberías decirme eso.

Él se rió, abrazándome y besándome por última vez antes de salir del camarote.

- Te veré más tarde. Ya me comentarás sobre el progreso en la comida.

Asentí, dejando su lado y buscando la habitación de Surina.

Últimamente no sabía dónde dormía, pero, si era un poco tarde, sabía que podía encontrarla en su habitación, arreglándose un poco en privado para luego volver a estar cerca de Owen y el Gobernador.

Di un par de golpes en la puerta, esperando a que apareciera en una esquina y me comenzara a comentar mil cosas de un día a día que para mi gusto era más que repetitivo. Ella me abrió, sonriente, mientras me hacía pasar con más energía de la que era habitual en ella.

- ¿ha ocurrido algo?- Pregunté, arqueando una ceja con una pizca de sorpresa.

- Claro, ¿por qué?

- Sonríes más que de costumbre.

- Estoy muy ilusionada por salir y conocer la vida de la corte de verdad.- Sonrió, lo que hizo que el nudo en mi estómago volviera y mi cara cambiara a una un poco más triste. Lo notó y, con rápidez, se acercó y me abrazó.- Pero voy a seguir echándote de menos, cielo.

- Y yo a ti…- Sonreí, correspondiendo con fuerza al abrazo mientras intentaba contener las ganas de llorar que comenzaban a inundarme desde el fondo de mi corazón.- Va a ser difícil estar lejos. Desde que nos conocemos será la vez que más tiempo estemos separadas.

- Bueno, algún día tenía que pasar.- Sonrió, apretándome los brazos con fuerza.- De todos modos, no quiero pensar en esto ahora, espero que tengas algo importante que decirme.

- Claro, cierto.- Dije, apartándome un poco y recordando lo que en verdad me había llevado al cuarto de Surina, que para nada era la nostalgia.- ¿Qué tal si logras una firma de tu querido suegro?

La palabra suegro causó cierto sonrojo en Surina, aunque luego me miró con curiosidad.

- ¿Qué necesitas?

- Un pase seguo para atravesar la frontera. No puedo arriesgarme a que pase lo de la última vez.

- Algo me dice que quieres algo más que atravesar la frontera.- Le guiñé un ojo, sin negar lo evidente. Ella suspiró.- Es un alivio pensar que Daimen cuidará de ti.

- ¿Quieres que vaya contigo?- Le pregunté, aunque sabía la respuesta. Me quería mucho, y admito que ella disfrutaba mucho con mi compañía, pero ella no hacía más que pasar el rato con Owen y dejándome sola.

- Ya sabes que nos gusta estar a solas.

- Pues espero que vengas a jugar, me debes una partida y mi hermano está como loco por ver si de verdad eres capaz de leer sus pensamientos.

- ¿Sigue interesado? Creí que tendría otras cartas que mirar.

- Parece más interesado que otros en despedirse de sus seres queridos.- Ataqué. Ella sonrió.

El Fantasma del LhandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora