V e i n t i t r e s

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Louis se mantenía quieto en su lugar, totalmente lastimado de modo emocional. Su gélida mirada no se apartaba de aquellos ojos verdes que no parecían ser poseedores de piedad. En su semblante se hallaba plasmada la expresión más dura que fue capaz de dar, llena de resentimiento, de rencor, de insensibilidad.

No podía creerlo. No, no era posible.

Mierda.

Su corazón se rompió por segunda vez. Harry se lo arrancó del pecho y lo estrujó hasta destrozarlo, sin mera gota de compasión. Los miles de trozos acabaron en el suelo, distribuidos por doquier. Y Louis había perdido la fuerza tras el ataque, quedándose sin ánimos, sin ganas de ir tras los trozos para unirlos todos y repararse así mismo. 
Así que decidió quedarse sin corazón. Después de todo, ¿de qué le serviría tenerlo consigo de nuevo si podría volver a romperse con tanta facilidad?

Él no estaba para seguir soportando estupideces de un inmaduro omega que prefería seguir arruinando su vida con jodidos narcóticos, eludiendo la realidad, en vez de enfrentarla. Él no estaba para soportar que Harry hiciese con él lo que le viniera en gana. No, claro que no.

El alfa bueno, compasivo y tierno se había acabado. ¿Harry no quería su cariño? Perfecto. Entonces, lo trataría como a otro de sus jodidos sumisos, y ya no habría vuelta atrás. Esta vez, no le importaría nada en lo absoluto. Louis lo dominaría y si este no cumplía, encantado lo castigaría, dándole la disciplina de la que carecía.      

—Bien. Si eso es lo que quieres, tomaré tu sugerencia —anunció con seriedad, conservando sorprendentemente la calma, mientras se disponía a desabrocharse el cinturón—. Espero y no te arrepientas de tu decisión. ¿Deseas que te trate como a los otros? De acuerdo, serás un ordinario omega más del montón —declaró fríamente con el cinturón en la mano.

Harry se alarmó, tensándose por completo, al pensar en que lo golpearía con dicho objeto sin piedad. Retrocedió asustado cuando el alfa se le acercó. Louis gruño, exigiéndole las muñecas. Solo entonces supo que su intención no era lastimarlo. 

Obedeció, poniendo sus manos juntas. Louis le ajustó sin problemas el cinturón a las mismas, dejándolas inmóviles. 

—A partir de ahora todo se hará a mi manera y si no te gusta, problema tuyo. Lo hubieras pensando mejor antes de hablar, porque tú has decidido esto —dijo, sin abandonar su estado de resentimiento, al tiempo que conducía al omega dentro del baño—. Ya no me dirás Louis. Daddy o nada. No te pases de listo, no me faltes al respeto, no me levantes la voz, ni me desobedezcas porque te castigaré. Y esta vez, va en serio. Harás todo lo que te diga hasta que decida que ha sido todo, y si tienes quejas te puedes retirar por la puerta cuando quieras. Pero te irás sin ningún centavo.

Harry tragó en seco, digiriendo aquella información. Ahora si que estaba realmente jodido. Pero, aunque no le gustara para nada, pensaba que aquello era lo mejor.

El alfa lo colocó con nula amabilidad de frente contra el lavado.

—¿De acuerdo? —dijo este, tomándole de la mandíbula inferior para que elevara la cabeza y lo mirara a traves del espejo.

—Sí.

—Sí, ¿qué? —gruñó Louis, apretándole un poco más la mandíbula, acompañando su pregunta con una repentina presión de cadera contra el trasero del omega, el cual le hizo soltar un involuntario gemido.

—S-sí, daddy —contestó abochornado, con sus mejillas tiñéndose de un tenue tinte carmesí.

Solo entonces lo soltó de su bruto agarre. Louis no desperdició ni un segundo en pasar sus desvergonzadas manos por la cintura del menor, buscando el botón del jean. Lo desabrochó, bajándole la cremallera y, de un solo movimiento, deslizó el jean junto con el bóxer por sus piernas, hasta quitárselo.

Sublime Dominación | LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora