04| PROTAGONISTA DE LA OBRA

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¿Había algo mejor, en todo el universo, que el pastel o que poder dormir hasta tarde? Yo les tengo una respuesta muy simple y concreta: Azafeth.

Contemplar su belleza irreal todos estos días ya hacía que mi cabeza diera vuelta y mis sentidos se volvieran torpes, sin embargo dormir a centímetros y despertar ajunto a él ya era una cosa de muerte y la envidia de muchas chicas del campus si llegasen a ver esta escena.

Sinceramente, verlo junto a mi dormido, con el cabello mojado y con los labios entreabiertos hacía que mi corazón latiese despavorido. Mis hormonas se volverían tan alborotadas como las de Lola y no me creía tan fuerte como para soportarlo.

No creo que pueda resistir otra noche así.

—Buenos días —murmuró Cam desde la puerta del baño.

En su boca se asomaba un cepillo de dientes y tenía espuma sobre sus labios. Parecía que recién había salido de la ducha, muy risueño, y estaba listo para enfrentar el día.

Azafeth, por otro lado, gruñó en cuanto me senté en la cama y moví mi adolorido cuello.

—¿Qué tienen de buenos?, debemos ir a la clase de Teatro igualmente.

Ese sí que es un espíritu de joven normal. Tampoco yo estaría tan animada por las mañanas.

Mi cabello seguía algo mojado de mi episodio de la noche anterior y sentía mi piel fría. Me dije a mí misma que debía buscar algo abrigado para no coger un resfriado que sabía me podría durar semanas.

Cuando Azafeth por fin se levantó de la cama, se dirigió al armario que estaba junto a la ventana. Sacó unos jeans negros, una camisa blanca, una chaqueta negra y unas botas.

Toda la ropa que tiene parece de funeral.

Cam salió por completo del baño, así dejando que Azafeth cerrara la puerta de éste, y pude ver con detenimiento su vestimenta. Llevaba unos jeans junto con una camisa gris; en sus pies llevaba unas zapatillas de correr muy lindas de color azul oscuro.

Estos dos chicos sí que tenían estilo. Diferentes gustos y colores. No pude evitar pensar que parecían dos modelos sacados directamente de una revista de Zara.

Se notaba porque eran mejores amigos. Ambos tenían buenos gustos y eran guapos.

—Diana, ayer fui personalmente a buscar ropa a tu habitación. Espero que sea de tu agrado —dijo Cam cuando su compañero salió del baño impecable como siempre, solo que con cara de amargado y harto de todo.

Era mi turno de ponerme como nueva. Dentro, doblado sobre el retrete había un pantalón denim, una chaqueta a juego y un suéter blanco, y mis botas negras militares estaban al pie del retrete; cuando por fin deje de mirar mi conjunto me quite mi ropa del día anterior y me duche. Al salir me sequé y me vestí con la ropa que me había elegido Cam. Aprecie el conjunto y caí en cuenta de que no estaba mal. Parecía una chica sacada de una película de los sesenta.

Tomé una liga que llevaba siempre conmigo en mi muñeca y me hice una coleta en mi cabeza, dejando parte del cabello suelto atrás y esperando que mis rizos se controlaran.

Cam estaba viendo el bosque por la ventana, mientras que Azafeth arreglaba mis cuadernos y libros en mi mochila. Me sentía super avergonzada de que él tuviera que ayudarme a terminar mis deberes y rogué mentalmente por que no me pidiese un favor fuera de lo común.

Si me pide dinero a cambio, se lo daré. Es lo justo por ayudarme con mi tarea.

—Bueno, es hora de irnos a clase –espetó un muy animado Cam.

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