—¡Listo, ya la tenemos!

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—¡Listo, ya la tenemos!

—¡Eres nuestra!

Emily intentó incorporarse lo más raudo que pudo pero al sentir su propia sangre corriéndole por el rostro, se sintió un poco mareada, además de que las cuerdas enroscadas en sus tobillos no se lo permitía. De pronto sintió que dos manos fuertes y bruscas la tomaban por los hombros, girándola con violencia y posteriormente le apartaron el cabello del rostro.

—¡No puede ser! —exclamó la voz perteneciente a un hombre joven de cabellos castaños peinados hacia atrás, aunque algunos mechones rebeldes le caían sobre el rostro. Tenía los ojos verdes y la tez muy blanca—. Es Emily Smith... La líder de Las Brujas de Macbeth ¡Por Merlín! Eres mucho más hermosa en persona.

—¿Te refieres a la cantante? ¿Es la mujer de Snape? —preguntó el otro, un mago corpulento de aspecto salvaje y extraño, con mucho pelo en el rostro y unos incisivos prominentes.

—Yo no soy de nadie ¡Maldita sea! ¡Quítame las manos de encima! —espetó Emily con ira cuando Fenrir Greyback tomó su barbilla para subirle el rostro y así poder reconocerla.

—¡Vaya! Eres tan rebelde como hermosa —dijo el carroñero deshaciéndose de las cuerdas que la ataban mientras Greyback la ayudaba a incorporarse.

—Sí, me encantan las Veelas —dijo el hombre lobo tomando a Emily de los brazos mientras ella oponía resistencia—. No solo son hermosas y perfumadas, también tienen la piel extremadamente suave y la sangre dulce. ¡Absolutamente deliciosas! —exclamó olfateando la sangre que corría desde la frente de Emily hasta su mejilla derecha.

—¡No soy una Veela! —espetó Emily con ira, removiéndose con ímpetu al tiempo que el otro carroñero recogía su varita del piso. Ella no estaba tan asqueada con el olor a mugre, sudor y sangre que expelía el hombre lobo como con su espantosa manera de hablar, entonces recordó cuando Remus Lupin comentó que había sido él el que lo mordió cuando apenas tenía cuatro años de edad.

—Da lo mismo, has de saber igual —espetó el hombre lobo acercando su rostro al cuello de la chica mientras ella, con el terror a flor de piel, esperaba sentir esos colmillos puntiagudos clavados en su carne.

Pero ni siquiera las horribles amenazas del hombre lobo lograron hacer que se sobresaltara como cuando escuchó al otro carroñero hacer un comentario que le heló la sangre.

—¡Ni se te ocurra Greyback! Snape o Malfoy te matarían, ya sabes lo que debemos hacer con ella, debemos entregársela de inmediato a cualquiera de los dos. Obtendremos una buena recompensa, amigo, además, su presencia nos confirma que los otros deben ser...

—¡Potter y sus amigos! —completó el hombre lobo—. Siendo así... ¡Vamos, preciosa!

—¡Déjame, apestoso saco de mugre! ¡No iré a ningún lado con ustedes! —protestó mientras Greyback la cargaba sobre su hombro.

El Pocionista y la Cantanteحيث تعيش القصص. اكتشف الآن