— No — decido negar, sacudiendo mi cabeza un par de veces.

Chase no dice nada, solo frunce el ceño un poco, y me mira con desconfianza, como si no me creyera nada.

— De verdad. No es dolor. Es como una incomodidad. Solo eso.

Lo veo suspirar antes de volver a pasarse una mano por el cabello.

— Bueno… no quiero que sientas dolor. Después… después vamos a tener mucho tiempo para hacerlo — hace una pausa y luego continúa —: Aparte, tu madre puede venir en cualquier momento, al igual que Stefan y Wendy.

Bien. Él tiene toda la razón. Y sería muy vergonzoso que alguien llegara y nos encontrara en plena acción.

Dejo salir el aliento con calma y asiento.

— Tienes razón.

— La tengo.

— ¿Qué película quieres ver?

— ¿Seguimos con la maratón de Disney?

Sacudo la cabeza.

— Veamos otra. Tengo una gran variedad de películas — lo tomo de la mano y juntos empezamos nuestro camino hacia la habitación de huéspedes.

Mientras Chase busca una película para ver, yo decido cambiar las sábanas para poner unas limpias. Mi chico me dice que ha encontrado una de misterio que se le hace interesante y decidimos ver esa. Mientras él la coloca, yo rápidamente voy al cuarto de lavado y pongo a lavar las sábanas.

Una vez de vuelta en la habitación, nos acurrucamos y empezamos a ver la película.

❅ ❅ ❅

Stefan

Cuando Wendy y yo volvemos, dejo la hamburguesa, junto a la gaseosa y el postre, que compré para Chase sobre el mesón de la cocina y voy directamente en su búsqueda. Lo encuentro en la habitación de huéspedes, junto a Giselle. Ésta última parece estar dormida y, apenas mi hermano nota mi presencia, se lleva un dedo a los labios y me indica para que haga silencioso.

Asiento para darle a entender que he captado lo que me ha pedido y, con cuidado, cierro la puerta a mis espaldas antes de acercarme y tomar asiento en el borde de la cama.

Mi hermano me regala una pequeña sonrisa como una especie de saludo y yo, sin decir palabra alguna, me llevo una mano al bolsillo trasero de mi pantalón y le entrego a Chase uno de los boletos de avión que Wendy y yo compramos luego de comer en el McDonald's.

— Salimos mañana en la noche — hablo al ver su cara de confusión.

Chase le echa un vistazo al boleto y suspira antes de hacerlo a un lado. Por la cara que pone, se nota que la noticia le ha caído como patada en el estómago. A pesar de eso, mi hermano no dice nada, pero no tengo que ser muy inteligente, o leer mentes, para saber lo que pasa por la suya en este instante, después de todo, es lo mismo que pasa por la mía.

— Sé lo que piensas — digo antes de siguiera darme cuenta.

Chase se pasa una mano por la barbilla y levanta una ceja.

— ¿Ah sí?

Asiento.

— ¿Qué estoy pensando?

— No quieres irte y dejarla sola — aseguro. Ante mis palabras, no dice nada — ¿O me equivoco?

Él sacude la cabeza en una negativa.

— No. No te equivocas. Yo… no creo que pueda irme y dejarla desprotegida en el pueblo. Eso sería darle una oportunidad perfecta a Seam para… lastimarme donde sabe que me duele.

Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora