6. Clases particulares

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Capítulo 6

Andrew

Una de las cosas que más odio, son aquellas personas que no se callan en clase y no dejan escuchar al maestro. No es que sea especialmente de aquellos que están enamorados de la escuela, pero me gusta tener buenas calificaciones. Tampoco me gusta distraerme pensando en bobadas. Pero hoy sucedió.

Había quedado con Amelia al salir del instituto. Sólo teníamos física juntos y aprovecharía la oportunidad para hablarle. Le ayudaría con la tarea y con todas las cosas que no entendiera, y de verdad deseo que sea la mayoría para poder pasar más tiempo con ella.

No es que ella sea una tontería, pero mis pensamientos regularmente se dirigen a las fórmulas y la teoría que se encuentra en la pizarra.

Sé que es absurdo, porque sólo he hablado con ella dos veces en menos de tres días, pero tiene algo encantador que hace que tus ojos siempre se sientan atraídos hacia ella. Es algo inexplicable.

Ninguna chica había llamado mi atención desde que inició el curso ‒y aunque lo hiciera, no era tan valiente para hablarle‒, pero ella desde el primer momento me hipnotizó, e incluso si no me hubiese hablado primero, supongo que habría hecho un esfuerzo. Me sentía un poco confiado para comunicarme con ella sin hacerme en los pantalones.

Las horas pasaron eternas y mis piernas estaban más inquietas que nunca. Se movían en un incómodo tic que no podía controlar, por más presión que ejercía sobre mis rodillas. Estaba a escasos minutos de llamarla y perder mi compostura.

Me dije a mi mismo que estaba ilusionando demasiado a mi persona, no es que sea especialmente atractivo, y las chicas suelen huir de mí, a menos que sea para pedirme alguna tarea con un tono de niñas pequeñas, que las hace parecer más estúpidas y sin cerebro, que tiernas.

El timbre sonó y dejé salir todo el aire que había estado conteniendo, salí corriendo lo más rápido que mis pies me permitieron, pero al instante de estar fuera reduje el paso, no lo arruinaría ésta vez.

Saqué mi móvil dispuesto a llamarla, pero, afortunadamente, ella ya se encontraba a mi lado un poco nerviosa. No creo que más que yo, pero sí un poco tímida.

‒Un, hola ‒dije un poco inseguro, pero ella no pareció notarlo, devolvió el saludo y ambos nos dirigimos a un restaurante de comida rápida en el centro comercial cerca del instituto.

Quería que esto fuera una cita, era un deseo grande, pero no sabía cómo llevarlo por aquel rumbo. Opté por ir ahí, invitar la comida y ayudarla con lo que necesitara, si comenta acerca de algo personal será perfecto, pero si quiere que sólo sea una quedada de estudio, no me decepcionaré mucho.

Al menos estaría a solas con ella, ¿no?

Pedimos cada quien su sándwich, como lo tenía planeado, traté de pagar la comida de ambos, pero ella se negó rotundamente, dijo algo sobre cómo le estaba haciendo un favor, ¿y yo quería pagar? En todo caso, ella era la que debía hacerlo, y como de verdad no quiero discutir por eso, cada quien paga su comida. Estoy un poco decepcionado, pero no perderé las esperanzas.

Estuvimos al menos una hora estudiando desde Newton hasta Dirac. Repasamos teoría y fórmulas.

‒...pero hay algo que todavía no entiendo. Si me piden un resultado, pero no me dan siquiera un dato, quiero decir, que me dan datos que no necesito, ¿qué se supone que tengo que hacer? ‒Ya entendía a qué se refería, y como un tutor recurrente, sabía que esto podía causar problemas en algunas personas.

‒Es fácil, te explico, supongamos que tenemos una ecuación "a", y tiene dos factores, "x", y "y". Y tú necesitas sacar "C" y para esto necesitas, uhm, "w" y "z", ¿qué harías? ‒Ella se encoge de hombros y me mira con preocupación. Le sonrió y continúo con mi explicación.

‒Necesitas encontrar una ecuación que tenga los factores "y, x, a" y puedas despejarla para sacar "w" y "z", o bien, directamente "C". Entonces, ¿qué haríamos después? ‒ Ella sonríe y sé que ya me ha entendido.

‒ ¿Encontrar la fórmula, despejarla y hallar el resultado que me piden? ‒Asiento y chocamos los cinco. Después de que se aprendiera y comprendiera unas cuantas formulas, decidimos darnos un descanso.

‒Eres bueno explicando ‒dijo después de unos segundos de silencio. Asentí, digamos que soy buen profesor.

‒ ¿Te importaría sí hablamos de alguna otra cosa que no sea física, o algo relacionado al instituto? ‒pregunté, totalmente esperanzado. Esperaba que su respuesta fuera algo como "lo siento, tengo una cita", "tengo que llevar a mi gato al doctor", cuando probablemente no tuviera uno.

Su respuesta fue, sin embargo, más sorprendente que una vaga excusa.

‒Claro, tengo muchas preguntas.

‒Veremos si las respuestas son de tu agrado.

Conversamos acerca de todo, desde su comida a favorita, hasta cómo había acabado en esta escuela. La verdad, es que es una persona muy interesante. No es un estereotipo de chica bonita.

‒ ¿Tienes hermanos? ‒Ella se tensa inmediatamente y supe que no debí de haberlo mencionado. Ella hice una mueca y me preguntó lo mismo.

‒Sí, es unos tres años menor que yo, pero es más...interesante y guapo, don perfecto. ‒Ella pareció relajarse y rio un poco amargo.

‒Te entiendo más de lo que crees. ‒Eso fue algo que me desconcertó. Ella era bonita. No era una modelo, no tenía un cuerpo "despampanante", pero era bonita. Así que no sé cómo puede sentirse de esa manera.

Percibió mi confusión en el rostro, o creo que lo hizo, por que comenzó a hablar.

‒Tengo una hermana, es en teoría mi gemela. Es la persona más bonita que conozco, y segura de sí misma, todo lo que yo no soy. A su lado, tengo más encanto que un caracol. ‒Me reí, No una risa hueca o intestinal, de verdad, ella se veía tan preocupada, como si no quisiera que mencionaran a su hermana. ¿No se supone que si son gemelas son idénticas? Pero para ella de verdad parecía que hubiese una gran diferencia.

‒Necesitaría verla para creerlo. ‒Sus mejillas se tornaron de un color rosa, y ambos nos reímos.

‒Jamás sucederá, créelo. ‒Después de un rato, la acompañé a la cafetería donde trabajaba, pues entraba al poco rato. Al despedirse, me dio un beso en la mejilla. Y les juro que pude ver fuegos artificiales saliendo disparados de mi corazón.

Ni siquiera conozco tu nombre (Coffee Shop #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora