2. Café caliente

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Capítulo 2

Andrew

Estaba acompañando a mi hermano menor, Patrick, a esta nueva cafetería. Tenía una cita con una chica y, como aún es pequeño según mis padres, tengo que hacerle de chaperón.

Mi hermano de trece años es todo lo que yo no soy: divertido, valiente, seguro de sí mismo y con una autoestima en las nubes. Se podría decir que será el típico mujeriego que hay en cualquier preparatoria, es siempre la misma historia.

Invita a salir a una chica un par de veces, si le agrada, es bonita, y le permite que se besen antes de cualquier formalidad, son novios por dos meses y luego termina con ella sin ninguna clase de remordimiento.

Fácil y sencillo, sin complicaciones.

Aunque creo que con ella va un poco más serio. No quiero decir que se casarán y comerán perdices y lombrices, pero sí que pasarán de los dos meses. Diane no había querido salir con él por mucho que mi hermano insistiera, por supuesto, Patrick, que jamás había pasado por eso, hizo su mejor esfuerzo y sólo tal vez, quedará un poco más prendido de ella de lo que tenía planeado. Puso su modo romántico activado y logró convencerla de traerla a esta cafetería, después de prácticamente rogarle y convencerla de que "no era una cita" asegurándole que yo estaría con ellos todo el tiempo vigilando.

Realmente me gusta el café y los lugares tranquilos para leer un buen libro, pero esta no parecía la ocasión. No entiendo porque precisamente tuvo que escoger la inauguración del lugar, cuando era obvio que estaría hasta el tope de gente.

Somos los segundos de la fila, algo que está de nuestro lado definitivamente. Sólo que mi lugar en específico no es del todo ideal. Hay una pareja comiéndose entre sí detrás de mí, es un milagro que nadie haya dicho nada, y delante, tengo a Patrick diciéndole cosas cursis al oído a su cita.

Diversión, aquí vamos.

El dueño hace el corte del listón y finalmente todos podemos pasar.

Busco una mesa lejos de mis acompañantes para poder estar en paz y leer un rato. Veo el menú unos minutos, ajeno a mí alrededor, meditando mis opciones mentalmente.

Diviso a una de las meseras acercándose y levanto mi vista del menú para observarla y tratar de que no me atrape con la guardia baja mientras fantaseo con pasteles. Esta anotando algo en su libreta, por lo que no puedo verla completamente, y por temor de que me vea observándola, regreso mi vista al menú, olvidándome de mi plan para no parecer un fracasado.

Al llegar a mi lado se aclara la garganta, haciendo notar su presencia, me giro para verla y me quedo maravillado.

Espero tener la boca cerrada.

‒ ¡Bienvenido a Granos de Café! Mi nombre es Amelia y seré tu mesera, ¿ya sabes que vas a ordenar? ‒Asiento volviendo mí vista del menú. Subo mis gafas y volteo a responderle.

‒Un café americano, por favor, y unos waffles con nieve de vainilla. ‒Amelia anota en su libreta mi orden, sonríe y se retira, dejándome embobado al extremo.

La chica tiene unos ojos color chocolate tan bonitos, que son inexplicablemente hechizantes. Trato de retomar mi lectura, pero me resulta imposible. La aparición de la pelirroja rompió mi perfecta burbuja de concentración.

Yo no pensaba en muchas cosas, pero ella me distraía por completo.

Pasan unos minutos antes de que regrese con mi orden, le doy las gracias, y antes de que pudiera estar muy lejos, regresa sigilosa a mi mesa. No sé si era directamente hacia mí o si se había olvidado de algo. No me atrevo a verla fijamente cuando mis sospechas se confirman y efectivamente, está caminando hacia mí. Toca mi hombro y me sonríe avergonzada.

‒¿Tú estás en la clase del profesor García? ‒Asiento y la miro por fin. Estoy seguro de que nunca la había visto, aunque no es que me fije demasiado en la gente‒. ¿Podrías ayudarme con la aplicación de fórmulas? Sé qué eres bueno en física y yo soy un asco, probablemente no te interese, pero el profesor...‒Esta chica se ve tan linda cuando hablaba nerviosa, que llega un momento que dejo de escuchar y sólo comienzo a asentir. Cuando veo que sus labios dejan de moverse me veo obligado a responder.

Estaba decidido a ayudarle, no tenía nada que perder, y explicar era una de mis cosas favoritas en el mundo entero. Pasar el tiempo con ella sería magnífico.

‒ ¿Segura? Supongo que eres nueva y no quieres quedarte sin amigos solamente por juntarte con el raro del salón. ‒Ella niega con la cabeza con una bonita sonrisa.

‒Eso no importa, es superficial, estoy segura que no eres tan desagradable, quiero decir, ¿eso es un sí? ‒Me mira con unos ojos tan esperanzados, que incluso cuando tuviera una razón para negarme, no encontraría ninguna.

‒Claro.

Ni siquiera conozco tu nombre (Coffee Shop #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora