Capítulo 2

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Carolina se hallaba inconsciente en el suelo. El brillo de su mirada se había esfumado. Ante el indescifrable asombro de su acompañante, Lynn caía de rodillas.

—Te han encontrado —espetó él—. Lo siento, coge tus cosas y vámonos.

—¿Por qué debo hacerte caso? Carolina está muerta —alegó Lynn.

Las luces empezaron a parpadear, tornándose rojas. Julián invoco un arma, esperando lo peor. Ella volteo a ver  al despreciable asesino; sin embargo, cuando sus ojos lo encontraron, perdió el control de sus latidos. Está vez, el espectro que tenía delante se mostraba mucho más atemorizante. Retrocedió, llevándose con ella, el cuerpo herido. Su acompañante no lo dudó, se abalanzó contra aquel demonio.  Con fiereza, este tomo a Julián del pecho y lo alzó. Abriendo su boca, comenzó a absorber su esencia, que se presentaba como un haz de luz azul, mientras este iba perdiendo poco a poco su aspecto sobrenatural.

Lynn no pudo resistirlo, y aún sin comprender nada, corrió hacia aquel espectro y bloqueo la conexión que este había formado con su víctima. Poniéndose delante de su antiguo salvador, alzó la mano para defenderse. Jamás imaginó que al momento de que este les diera a ambos el golpe final, su mano exteriorizaría una especie de ataque, que terminaría por destruir al inquilino.

—No es posible —masculló. Entonces, cualquier idea de humanidad se perdió por completo.

La explosión fue controlada, y al dispersarse el humo, pudo ver a un convaleciente Julián intentar tomarla y salir. Ella se hallaba en un estado de shock.

—Levántate —susurró él—. Aún tienes una vida por la cual luchar; la tuya. Y una razón para seguir; vengarte.

Un temblor hizo caer todos los estantes del lugar, y saliendo de la conmoción en la que se encontraba, Lynn sacó el dinero que Carolina tenía guardado. No se llevo nada más. Después de todo, cualquier otro recuerdo que se llevará, acarrearía todo aquel sufrimiento de perder a la única familia que se le brindó. Ella deseaba ofrecerle aunque sea un humilde funeral a Carolina, sin embargo, no pudo hacer mucho. Traslado su cuerpo al auto de Julián y juntos salieron rumbo a la iglesia, para dejarla en el humilde paraje que había a su espalda.

Todo aquello permanecería borroso en los recuerdos de Lynn. No obstante, en los de Julián, quedarían grabados a fuego. Fue la primera vez, en la que pudo contemplarla de manera más humana. Aquellas lagrimas que tapaban el índigo de sus ojos, cambiaban la primera impresión que él se llevó de ella. Cabello castaño, igual al suyo, en su forma humana, y una tez blanca, como toda nativa de sangre irlandesa. A Julián le costaba imaginarla bajo la influencia de la luna. En el más solemne silencio, su única familia fue enterrada. Permanecieron poco más de 10 minutos, siendo estos eternos para Lynn.

Fue ella, la primera en volver al auto. Y no se percató de que atrás, Julián susurraba unas inteligibles palabras.

— Màthair, leigheas do lotan agus cuir air ais do bheatha —recitó, estirando su mano hacia el suelo. Los restos de Carolina permanecerían protegidos, por la misma esencia que en vida, la lleno.

Avanzó hacia el vehículo, donde lo esperaba una ausente chica, que parecía haber consumido a la mordaz Lynn que él vigiló por tanto tiempo. Encendiendo el auto, ambos retomaron el camino a la estación de trenes más cercana. Julián prefirió abandonar el auto pocos metros antes de llegar; no era tan imprudente como para aparecerse ante una multitud con un coche robado.

Lynn no sabía cuál era el plan que él se había trazado, y solo cuando ya estaban en un andén lejano a la vista del público, se le ocurrió preguntar cuál sería su paradero.

—¿Por qué nos encontramos tan lejos de los demás?

—Porque no existe vehículo humano  que nos pueda llevar hasta el lugar que nos dirigimos —respondió, colocándose su capucha.

—¿A dónde vamos?—insistió ella—. Y sobre todo, ¿qué es lo que somos?

Él se quedó observando el vagón, y no respondió. Este parecía tener muchísimos años de antigüedad, era inmensamente largo y estaba completamente corrompido por plantas en su exterior. Las vías, sobre las cuales estaba, continuaban hacía la entrada del espeso bosque en el cual se refugiaban los grupos de seres iguales a él. Aquello de lo que tanto había huido se hallaba frente a sus ojos, perder su individualidad. Y todo ¿por qué?, por una simple muchacha.

—¿Cómo podría saberlo? —espetó—. Soy huérfano, al igual que tú. Lo único de diferente, es que sé que los que son como nosotros deben abordar este vagón.

Ella asintió, y subió seguida de Julián. Quería llorar, por primera vez en tantos años. Y aun cuando todos los pasajeros parecían sumidos en el mismo ambiente fúnebre, no quería parecer débil. ¿Acaso todos ellos corrieron su misma suerte? No podría adivinarlo, pero ahora, solo le importaba su dolor. Entonces el vagón inició el recorrido, que para sorpresa de los jóvenes, se movía sin necesidad de ser jalado por una locomotora. Permanecieron callados durante un enorme lapso de tiempo. Solo observándose entre sí.

—No he echo nada para merecer esto —masculló ella, observando el paisaje.

—Estás viva, ¿no es eso suficiente? —corto él.

—Viva es un término mucho más amplio —contestó—. Tantas desgracias en un solo atardecer, casualmente concordante con tu extraña aparición.

—Deja de creer que fuiste la única que lo perdió todo en unas horas —alegó—. Nuestra sangre casi nos condena a todos al mismo final.

—¿A qué te refieres con eso?

Julián no pudo contestarle, pues un griterío enorme entumeció sus sensibles oídos. Asomo la cabeza al exterior y pudo comprobarlo; la luna se alzaba en su máximo esplendor. Con un fuerza tan violenta, que se apoderó del cuerpo de un joven moreno, embargándole de su esencia. Él inevitablemente, perdió el control.

Al principio solo presentó una leve convulsión, sin embargo según la intensidad de la luz se elevaba, comenzó atacar a todo aquel que se ponía en su camino. Todos los pasajeros corrieron asustados a las afueras del vagón, y vieron que este seguía desgraciadamente yendo a una peligrosa velocidad. Presos de la desesperación, algunos se lanzaron hacia afuera e intentaban aferrarse a las plantas que se encontraban como soportes.

Lynn observaba todo esto con incredulidad, y tambaleante, salió a una de las puertas que daba al atemorizante abismo.

—¡Es un suicidio! —exclamó Lynn.

—Tu misma dijiste que estabas técnicamente muerta —respondió él. Ella lo miró furiosa, y Julián esbozo una seria sonrisa.

Perdida y con tormento,
un alma incomprendida,
busca descifrar aquel velo,
que bajo la luna se hila.

Para quienes aún siguen un poco perdidos, está historia tiene mucha influencia de la mitología y cultura celta. Ahí les va un buen spoiler🤔. Saludos a Nidy-GC , pásense por sus libros; como "A través del portal" de temática similar.

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