capitulo 1

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Nuestras manos estaban entrelazadas, las tuyas eran tibias en cambio las mías eran frías, y al estar juntas se creaba algo cálido en nuestros corazones. Caminábamos en un sendero por el parque, de repente te detuviste, y me miraste a los ojos.

Esos ojos que desde que los vi que de completamente maravillada, no eran únicos, no tenían nada en especial. Lo que los hacia únicos eran que tú eras el portador de ellos y eso bastaba para amarlos.

Cuando me hiciste mirarlos, el mundo entero se detuvo, solo éramos tu y yo, nadie más. En ese momento solo me mirabas a mí y era extraordinario. Más aun cuando te fuiste acercando, agarrando con tus tibias manos mi rostro y luego lentamente pegando tus labios a los míos, cuando sentí que todo era perfecto...

Despierto.

Desperté en mi realidad, una en la que para tener una realidad como ese sueño, sería tener una barita mágica o un hada madrina y me temo que eso nunca pasara.

Me levanto de la cama y observa por la ventana, un día que al parecer será lluvioso, hay nubes tapando el cielo aparte de aire frio que corre entre los árboles y llega hasta la ventana. Voy al baño y miro mi reflejo en el espejo, hay una chica de estatura promedio ni alta ni baja, piel morena, ojos grandes y algo claros, labios gruesos, cabellos negros hasta la espalda y delgada. Me arreglo lo mejor que puedo y me dirijo a la escuela.

Al llegar me pongo en la entrada como todos los días y espero a que entre por ese portón. Cuando lo hace pasa por mi lado, de repente me llega el olor de su rica loción y yo solo me quedo embobada viendo cómo se aleja de mí, sin que se dé cuenta que estoy ahí.

Durante las clases, pongo la mayor atención que pueda, pero mis pensamientos siempre están puestos en ese joven de 1.80, claro de piel, cabello castaños claro y ojos tan bellos como uno hermoso atardecer. Durante el descanso siempre lo busco con la mirada y siempre lo encuentro platicando con sus fieles amigos, siempre con una sonrisa en el rostro. Y yo siempre observando desde la sombras y la claridad, nunca se da cuenta que estoy ahí. Soy solo unas más de su alrededor.

-¿Otra vez soñando despierta?- pregunto Astrid, mi mejor amiga.

-Dejare de soñar, cuando la realidad sea mejor que el sueño- conteste de manera tranquila.

-¿Cuándo le dirás?- susurro ella.

Yo, solo baje la mirada, levante mis cosas y me marche sin mirar atrás, como siempre hago, siempre huyendo y jamás enfrentando la realidad.

El día era bello, el cielo azul y un aire fresco. Estábamos acostados en el césped verde, de aquel parque que se había convertido en nuestro lugar de encuentro. Solo por tener ese ambiente mágico que te hacía creer que todo podría volverse realidad. Ya se había vuelto costumbre no hablar solo manteníamos nuestras manos entrelazadas, yo acariciando tu mano y tu dejándote mimar, pero ese día fue distinto.

-¿Sabes que es el amor?- preguntaste, mirando al cielo.

-No- fue mi respuesta.

-Entonces. ¿Qué sientes por mí?- esa pregunta me tomo por sorpresa.

Era cierto no sabía nada acerca del amor, solo sabía que era un sentimiento que no siempre es reciproco y causa tanto daño, que se me hace algo que yo no podría soportar. Pero luego aparece esa pregunta y yo simplemente me quedo callada.

No digo nada.

Despierto.

El joven de ojos clarosWhere stories live. Discover now