El joven de ojos claros

capitulo 3

El viento soplaba fuerte y era frío, el sol no estaba y parecía que fuera a llover, no había nadie en aquel parque, más que yo, en esta ocasión estaba sola, no estaba a mi lado porque esta tormenta que se avecinaba era algo que tendría que afrontar sola como las cientos que ya he superado.

No lo soporte, no pude impedirlo, solo paso. Me derrumbe, llore por mis padres, por mi hermana, por mí, por ti, no pude seguir aguantando. Verte tan vulnerable me causo tanto daño.

Llore hasta que ya no pude más, hacia tanto tiempo que no lo hacía.

Escuche unas pisadas aproximarse a donde estaba yo, sabía quién era, rápidamente me limpie las lágrimas con furia y rencor pero una mano me detuvo, alce la vista y o través estaban esos lindos ojos claros observándome, no había compasión en esa mirada, ni tristeza, sino algo cálido como el abrazo que me brindaste en ese momento.

-Llorar es bueno, pero lamentarte es malo- dijiste en mi oído. Solté una risita, fue justo lo que te di a entender hace un rato.

-¿Por qué?- pregunte.

-No cambiara lo sucedido- susurraste. Pero esa no era la respuesta que yo quería. Sabía que el tiempo estaba por terminar. Así que simplemente te abrase con más fuerza queriendo que ese momento fuese entorno, te separaste de mí, rosaste tus labios con los míos.

Desperté.

Estaba en una cama del hospital como las otras veces conectada a un montón de máquinas. Cuando una enfermera pasó a revisarme, pregunte por el joven de ojos claros. Ella me respondió.

-Sus padres sufrieron un accidente – no dijo mas solo se marchó.

Luego lo comprendí, por que lloraba, tal vez lo que le dije fue cruel pero esa es la realidad y no me arrepentía. Salí del hospital el mismo día. Fui a mi casa y en el camino vi como caían las gotas de agua, no me importo mojarme al contrario lo disfrute, corrí pero no para huir de agua si no para sentirme libre por una vez en la vida quise ser valiente y afrontar mis problemas.

Grite, salte, reí, hasta que no pude más. Llegue a una fuente el agua no paraba pero del otro lado había una persona, me acerque y era el joven de ojos claro. Me senté a su lado, tenía la vista fija en una piedra en la calle. Hasta que sintió que lo observaba.

-Dejaste de llorar- señale tranquilamente.

-Tenías razón- dijo con una sonrisa en su rostro. Me di cuenta de que nada grave había pasado solo fue un susto.

-Me alegra- no dije más.

En ese momento me miraba, ¡A mí! A nadie más y aunque solo fue por un momento se sentía realmente maravilloso, así que solo cerré los ojos me apoye en su hombro, él se tensó pero luego me rodeo con sus brazos y eran como siempre soñé cálidos y reconfortantes.

-Soy Ethan- susurraste.

-Beatriz- conteste.

De repente la lluvia paro y el sol hizo aparición, junto con un lindo arcoíris, emboce una sonrisa, por que sin duda superaba mis sueños. Pero la realidad volvió a aparecer cuando su teléfono sonó y él se paró a contestar para luego despedirse de mí con la mano, no era necesario saber quién fue quien lo llamo, el brillo en sus ojos lo dejaba claro.

-Linda sonrisa- mencionaste de manera suave y tierna.

-Se debe a ti- dije con una risita.

El parque estaba en su más bello esplendor los pájaros cantaban y los niños jugaban en los juegos que habían, reía, corrían, saltaban, eran felices y yo lo era en ese momento. Por qué él estaba a mi lado.

-¿Quieres ir a los columpios?- pregunte de manera alegre.

Te sorprendió mi propuesta, nunca quería jugar siempre estaba abrazada a ti, pero hoy era distinto tenia energías suficientes como para correr una maratón. Tú aceptaste y nos pasamos toda la tarde jugando y riendo, era extraordinario.

Después de unas horas nos acostamos en el césped, siempre agarrados de las manos. Yo soltando risitas.

-Tienes que despertar- susurraste viéndome fijamente.

-¿Despertar?- pregunte desconcertada.

-Quiero que todo esto lo vuelvas realidad- te sentaste, no dejabas de mirarme.

-¿Estoy soñando?- no pude evitar sentirme derrotada.

-Te amo-

Desperté.