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"Alguien dijo eso antes, pero soy coloreado por ti."

No pudo quitarse su nombre de la cabeza en ningún momento. Lo escribía sin darse cuenta en cualquier parte, en cualquier momento de divague o distracción. En sus libretas de apuntes, en su antebrazo, en la mesa con su dedo, en el aire estando recostado en su cama.

Se estaba volviendo loco por ese chico. No lo entendía. Y es que desde ese pequeño intercambio de palabras, esa cercanía que pudo compartir, el aroma a menta que desprendía... todo era simplemente hermoso.

Todo en él le parecía hermoso.

Su sola presencia completaba sus imágenes mentales de paisajes urbanos o naturales. Su voz le resultaba suave a sus oídos. Y sus ojos... maldición, sus ojos. Eran como un día nublado, donde sólo existía la mera especulación de si lloverá o no.

Le encantó todo de él. Excepto su gusto para el café, es decir, a él no le gustaba el Americano, le parecía muy amargo.

Los días parecían brillar más cuando pensaba en él. Se sentía bien, feliz. Era inexplicable y temía llegar a una respuesta concreta.

Mayuzumi.

Era bonito.

Lo vio desfilar frente a su mesa en dirección al local como siempre, sólo que esta vez lo miró de reojo unos segundos. Cuando salió, lo hizo apresuradamente y con la cabeza gacha, como si no quisiera ser notado por Miyaji ni que éste le dijera algo.

El rubio lo observó y el sonido de algo impactando contra el suelo lo alertó. Al chico de las Converse rojas se le había caído la libreta y no lo notó. Miyaji se apresuró a tomarla. Tuvo la tentación de abrirla, pero decidió respetar la privacidad del chico y no lo hizo. En cambio, cruzó a la acera de enfrente para devolverla.

--Disculpa, uh... --se acercó llamando su atención --Se te cayó esto y...

--Oh, no lo noté. --le respondió tomando la libreta y lo miró con cierta timidez --No la has visto, ¿verdad?

--¡No, no! En absoluto, no lo haría ni lo he hecho. --negó frenéticamente provocando una sonrisa pequeña en el rostro del chico frente a él.

--Te creo. Gracias.

Miyaji asintió y sonrió sin saber qué más decir. ¿Debía irse? Honestamente, quería quedarse a hablar un poco más con él. Quería conocerlo.

--Oye, hum... esta vez sí traigo dinero y quería pagarte el café del otro día...

--¿Qué? No, no. Ya te lo dije, está bien.

--Pero no me siento cómodo. Yo... necesito darte algo a cambio.

--Toma un café conmigo.

Al instante se percató de lo que dijo y se sintió idiota. Observó con nerviosismo la reacción de Mayuzumi, quien tenía un adorable sonrojo en sus mejillas y lo miraba sorprendido.

Era muy lindo, sin dudas.

--Y..yo...

--Si es que quieres, es decir, si no quieres está bien, no tienes que pagarme nada, yo lo hice porque quería y además... --se apresuró a hablar avergonzado y de forma rápida.

El chico se acercó y puso una mano en su boca haciéndolo callar.

--Acepto. --dijo en un murmullo --¿Mañana está bien?

Miyaji asintió y Mayuzumi liberó su boca.

--¿Te parece aquí a la misma hora de siempre? --preguntó esta vez el rubio.

--Claro. --se encogió de hombros --Por cierto, soy Mayuzumi Chihiro. Y sí, tengo nombre de chica.

Miyaji quiso saltar de la emoción mas no lo hizo. No pudo evitar sonreír ampliamente. No podía creer lo que estaba pasando.

--Miyaji Kiyoshi. --se presentó --Aún si es de chica, es bonito para ti.

Admiró nuevamente las mejillas sonrojadas del chico de las Converse rojas y se sintió feliz y enternecido.

ᴛʜᴇ ʀᴇᴅ ᴄᴏɴᴠᴇʀꜱᴇ'ꜱ ʙᴏʏUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum