XI

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Nathan

Odio.

Envidia.

Enojo.

Esos son algunos de mis sentimientos cuando veo a Mateo.

Aún recuerdo aquel día cuando mis padres había decidido dejar a Mateo en el orfanato. Fue un momento muy triste para mí.

Flashback

Faltan dos semanas para navidad, la celebración favorita de Mateo.

Los dos estamos corriendo alrededor del árbol. Las gotas de sudor corrían por nuestra frente mientras que nuestro corazón iba muy agitado por tanto correr.

Nunca me vas a poder alcanzar, Mateo. - Bromeé con mi pequeño hermano x

Claro que sí, Nathan. - Incrementó su velocidad, pero no notó que el suelo estaba mojado y resbaló, tropezó con el árbol haciendo que todas las esferas de cristal comenzaran a romperse. Me acerqué a ayudarlo, me agaché, pero me enterré uno de los vidrios. La sangre comenzó a salir por la cortada que me hice en mi pierna, mi madre vino de inmediato por todos los ruidos que se escucharon por toda la casa.

¿Pero qué te pasó, Nathan? - Con cuidado mi madre se acercó a mi para revisar mi pierna. - ¡Mira tú pierna, querido! Te llevaré al hospital. Quédate aquí, iré por el coche. Mientras que tú, Mateo. - Respiró profundamente. - Lárgate a tu cuarto, después tendrás tu castigo.

Pero mamá, fue un accidente. - Dijo Mateo ente lágrimas, me volteo a ver con sus lágrimas recorriendo sus mejillas. - Anda Nathan, dile que fue un accidente, solo estábamos jugando.

Mi madre me miro con una ceja levantando esperando mi respuesta. - Es verdad mamá, solo estábamos jugando y había un charco de agua.

Tuviste que haberte fijado donde pisabas, Mateo. - Reclamó mi madre, se levanto y fue por las llaves del coche. Mi madre me llevó cargando hasta coche, me puso en el asiento de atrás junto con Mateo quien no paraba de llorar.

Lo lamento, Nathan. - Dijo entre sollozos, no me gustaba verlo llorar y menos porque r mi culpa. - Te juro que no te quería lastimar.

Llegamos al hospital y me llevaron a la sala de emergencia a qué me quitaran los rostros de vidrio y cerrar la piel que se abrió.

Regresamos a mi casa y me costaba trabajo caminar por el dolor, pero Mateo estuvo ahí para ayudarme a subir cada escalón de la escalera lentamente, no se desesperó.

Al llegar a mi recámara tomé mi pijama al igual que Mateo, los dos nos íbamos a cambiar, pero mi papá abrió la puerta y se llevó a Mateo. Me acerqué a la puerta para escuchar lo que le iban a decir, pero no había necesidad ya que lo estaban gritando todo.

¡Ya me tienes harto, Mateo! - Gritó mi padre y por cómo se escuchó su voz, estaba enojado, demasiado enojado. - Tus malas notas, tu mala conducta, tus tonterías, gritos, llantos, ¡ya no te aguanto!

Te dimos muchas oportunidades, Mateo. - Esa era la voz de mi madre. - Pero ya no te vamos a dar más.

Pero...pero mamá, yo los quiero. - La voz de Mateo estaba a punto de quebrarse. - Siempre los he querido, ya me voy a portar bien.

¡Siempre has dicho lo mismo! - Mi padre soltó un grito y yo abrí la puerta dispuesto a enfrentarlo, pero lo que vi fue a mi padre jalándole el brazo a mi hermano, arrastrándolo por la escalera.

¡Déjalo! - Grité mientras bajaba las escaleras rápidamente. - Él es mi hermano, tiene sentimientos como cualquier persona...menos ustedes.

No aceptes a un desconocido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora