El profesor Steve dijo una vez que la inspiración podía venir de cualquier parte, pero más que visual, era el sentimiento el que daba vida a la obra. En base a ellos tomo la fuente de inspiración más importante para él, su amada madre María. Aquella mujer que le dio la vida y le dio los mejores 7 años de su vida antes de que partiera de este mundo víctima del cáncer, su familia no tuvo los recursos suficientes para salvarla y en base a ellos Tony se esforzaba al máximo en la escuela para así algún día salir de su miseria de vida con ese padre estúpido que era Howard, ese que lejos de luchar e ir hacia delante se dejó caer por la ausencia de María, trabajando solo para medio vivir; 90% alcohol, 7% sustentos de la casa y 3% Tony, si no fuera por sus becas el menor hubiese abandonado la escuela hace años.

-No me dejaste opción Sta...-

Tony estaba en silencio frente a él, llorando.

-Es... un bastardo...-

Steve no sabía, pero su pensamiento estaba en lo cierto, había destruido algo valioso para el chico, había arruinado el sentimiento plasmado en papel hacia su difunta y amada madre, por primera vez Tony había tomado una recomendación suya y esta fue desperdiciada.

-¿Stark?-

Quiso redimirse ante su actitud, tal vez esta vez lo jodio demasiado esta vez, pero su mocoso se lo había buscado al cuestionar su profesión. Se levantó pero al momento Tony corrió hacia la puerta, a lo que Steve lo alcanzo e impidió que el menor la abriera.

-¡QUITECE!-

Tony jalaba la cerradura pero Steve era muy fuerte, por la desesperación de salir no se había percatado que estaba acorralado contra la puerta, con ambos brazos del mayor arriba a sus lados, Steve por su parte estaba aprovechando la cercanía para ver ese trasero redondo y firme que su rollito se cargaba.

-Tony...- Jadeo, estaba comenzando a excitarse, otra vez.

-¡REPRUEBEME SI QUIERE NO ME IMPORTA, YA NO QUIERO ESTAR EN SU CLASE!-

Al fin se había dado cuenta al momento de girarse y ver a su profesor tan cerca, el maldito era tan enorme que se sentía débil por tener que verle hacia arriba, topándose con esos ojos azules tan profundos que lo veían con bestialidad, esperen ¿Qué?

-¿Quieres una buena calificación?-

-¿Qué?-

-Te daré la oportunidad de pasar mi materia con 10 durante todos los años que tenga que ser tu maestro, solo si haces una pequeña tarea...-

-¿Qué Qué cla-clase de ta-tarea?-

-Tienes que venir a mi casa para saber de qué se trata...-

-Pe... pero...-

La cercanía lo estaba matando de vergüenza, deseaba que en ese momento se lo tragara la tierra o que ocurriera un terremoto y un pedazo del techo cayera sobre ese profesor estúpido de Rogers.

-¿Aceptas?-

~ ♥ ~  

Había cometido un error, confió ciegamente en ese maldito, aquel que escondía su pinta de profesor de artes y buen ser humano, según la escuela y su club de fans de alumnas estúpidas enamoradas, cuando en realidad era un maldito depravado.

-De-Déjeme ir por favor...-

Suplico Tony entre sus jadeos, de nuevo el dildo fue incrustado hasta el fondo de su ano, a la vista burlona de su profesor quien estaba a su lado masturbándose con la imagen de su dolor y su maldita excitación. ¿Cómo había llegado a esto? Parecía que hace apenas unos segundos estuviera en su salón de clases de artes confrontando a su profesor que despiadadamente arruino el dibujo de su madre, y ahora estaba en la cama del mismo, rodeado de un montón de retratos suyos de manera indecorosa y sucia, completamente desnudo, con las piernas atadas hacia arriba, ajustada contra sus brazos para dejarlo totalmente inmóvil, siendo profanado con un dildo de cristal que su pervertido profesor no dejaba de sacar y meter en su trasero, con el temor de que este se rompiera con la presión que estaba ejerciendo. Tenía miedo, no poseía la fuerza suficiente para pedir auxilio a quien quiera que este afuera, no después de que el maldito de Rogers lo drogara cuando intento correr por el pánico que le causo entrar a la habitación del rubio y ver todos esos dibujos de él. Fue un completo idiota, cayó en la trampa, su profesor no era un alma de Dios como todos creían, y lo peor de todo es que él era el blanco de su obsesión.

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