7)Mary está de los nervios.

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—¿Cinco pasos a la derecha, cuatro al frente, dividida estará? —pregunto, dudosa.

—No. ¡No! —responde, agobiada—. Tres pasos a la izquierda, cinco al frente, destapa y encontrarás, dividida tendrás que estar —recita como si se lo hubiera aprendido de memoria, quizá sin el cómo.

—Pues estás yendo hacia la derecha —bromeo.

—¡Cállate ya! —me fulmina con la mirada y no puedo evitar reírme a carcajada limpia—. No me hace ni puta gracia.

—Mary se ha despertado con el pie izquierdo —dice una voz tras nuestras espaldas.

Ambas pegamos un brinco incluso aunque reconocemos al instante a Adam.

—Cuando os pido que vengáis sí o sí venís antes, y cuando me urge más aún tardáis medio año. Sois incomprensibles —Mary se relaja... un poco.

—¿Habéis averiguado algo?

—Doña Emilie no me deja. Es más, me desconcentra.

—Tía, estás de los nervios.

—¡Cómo para no estarlo! —chilla ella, provocando que varias personas que salen del bar nos miren como pensando que estamos majaretas.

No soy yo la que está viviendo su situación, pero no la he mandado a la mierda por tratarnos mal por esa razón; está atacada de los nervios. Quizá yo también lo estaría si seis familiares míos se hubieran enfrentado a lo mismo y ninguno de ellos volviese. Mary y yo nos parecemos más de lo que la gente puede llegar a creer.

—Hagamos lo que hemos venido a hacer —digo.

—Sí, mejor.

—Estamos justo en el lugar que nos ha indicado el acosador, ¡pero aquí no hay nada!

—Mary, tienes que relajarte, y te lo digo en serio —suspiro, cabeceando—. Adam y yo hacemos lo que podemos, aunque parece que tú sabes mucho más que nosotros.

—Eso es cierto —Adam se cruza de brazos, vacilante—. Ayer lo del callejón lo averiguaste tú solita y nos hiciste colarnos en sitios innecesarios por vete a saber qué motivo.

Los tres nos quedamos en silencio durante un rato. Creo que tanto Adam como yo tenemos la misma duda, y de ser así debe ser solucionada cuanto antes... porque si se da el caso de que es afirmativa, estamos muertos.

—No te estará ayudando alguien más, ¿no? —rompo el silencio.

—Solo me ayudáis vosotros —nos asegura, seria—. Lo que pasa es que no soy capaz de pensar en otras cosas y ato cabos.

Miro a Adam, preguntándole con la mirada si respondemos o cambiamos de tema. Me niega, dejándome claro que quiere que le cambiemos de tema, que es lo mejor. Mary parece tan sincera, que eso mismo crea sospechas de que nos está ocultando algo. Si hay una tercera persona ayudándola también será el fin para ella misma. ¿Es que no piensa? Bastante sufrí cuando Adam me dijo que Mary le había dicho que estuviera con nosotras.

—Si no hay nada, ¿estamos en un punto muerto?

—Eso parece...

—Creo que es mejor que vengamos por la noche e investiguemos más a fondo. A partir de la una de la mañana estaría bien.

—Es muy tarde —me quejo, y Mary asiente, dándome la razón.

—El bar Dreams durante estos días va a cerrar a las doce y media de la noche, pero mientras recogen, limpian, y esas cosas... da la una.

—Qué bien informado estás —dice Mary, maravillada.

—Me lo ha dicho Josh.

—¿Desde cuándo hablas con mi hermanastro? —le pregunto, arqueando una ceja.

Que yo sepa Josh y Adam nunca habían mantenido una conversación. Se conocen, porque todos aquí nos conocemos, pero ahí se queda la cosa. O eso creía yo.

—Desde antes de ayer...

—¡Antes de ayer comenzó está locura! —Mary se lleva las manos a la cabeza como si se lo hubiéramos recordado.

Ambos pasamos de ella, ya que francamente, no me interesa centrarme en algo que es más que obvio.

—¿Y por qué no me dijiste nada? Sabes que me parece un gilipollas la mayoría de veces.

—Pues él dice que está intentando cambiar —me replica.

Bueno... ahora es más amable, pero aun así sigue siendo gilipollas. Si Adam está en lo cierto y Josh planea cambiar, le queda mucho tiempo por delante. Y le va a costar.

—Está bien —interrumpe Mary, algo molesta porque la hemos ignorado ante su queja dramática—. Vamos a venir a la una y media de la madrugada.

—¿Es necesario que venga yo?

—¿Qué pregunta es esa? Pues claro, Emilie. Yo a solas con Mary no me quedo —la susodicha le da un golpe flojo en el hombro.

—Qué remedio, aunque mañana vienen mis padres, así que se acabará el esto de salir a las tantas de la noche... y más si sigo castigada.

Que es lo más probable, dadas las circunstancias. Me escapé de casa y me pillaron. Si me levantan el castigo será porque las abuelas les han hecho cambiar de opinión.

—Ja. ¿Desde cuándo te ha importado eso? —se burla Mary.

—Pues desde... ¿qué más da? No quiero cabrearles más, y pun...

No cuando una vieja está acusándome de robo y puede poner a mis padres en contra.

Aun así no me callo porque no quiera continuar la frase. Me callo porque Adam me besa. Cierro los ojos y rodeo con mis brazos su cuello, poniéndome un poco de puntillas para alcanzarle mejor, ya que es muchísimo más alto que yo. Mary seguramente estará flipando en colores, o sacándonos una foto con el móvil para enseñársela al instituto entero, pero me da igual. Estoy con el chico que me gusta, y me está besando por segunda vez en menos de veinticuatro horas.

Al final se separa. Mary tiene las manos entrelazadas pegadas a la barbilla, como si estuviera posando para una revista en modo soñadora. Adam ríe y yo sonrío, avergonzada. No quería que se enterara así. No sé qué mosca le ha picado a Adam.

—¿Desde cuándo sois pareja?

—No somos pareja —respondemos Adam y yo a la vez.

—Pues lo que seáis —dice, tajante.

—Desde hace menos de veinticuatro horas —responde él.

—Si no vamos a hacer nada más me voy yendo, ¿vale? —sonrío, incómoda, y pongo rumbo en dirección al parque central—. ¡Hablamos por WhatsApp!

Antes de que puedan alcanzarme corro, perdiéndole de vista por completo. Al hacerlo, me relajo.

Quiero ir a la tienda de mi padre, y luego, al cementerio. Me apetece estar sola, pensar en él, y dejarle claro que no le voy a olvidar nunca. Que le quiero y que voy a vengar su muerte, como sea.

La llamada del secuestro. (REEDITANDO&RESUBIENDO).Where stories live. Discover now