Mientras espero a que Akos se baje del auto para abrirme, mi primer impulso es querer salir disparada como un cohete y eso es lo que pienso hacer desde que tenga la oportunidad. Cuando por fin lo hace, suelto la mano de Wrathly y salgo con pasos apresurados.

—¿Nos vamos a despedir así, Peach? —vocifera Wrathly aún dentro del auto.

Con el corazón aún latiéndome fuerte, me doy cuenta de que tiene razón. Sí, lo sé, él tiene razón. ¿Cuándo dejaré de actuar de esta manera? Camino de regreso al auto para tomar su mano para que salga del auto y, aunque el camino sea relativamente corto, nos da tiempo para despedirnos como se debe.

—Tienes razón —admito mientras caminamos con nuestras manos entrelazadas—. En estos momentos estoy hecha un lío, eso es todo.

—Deja de pensar por solo un momento, Peach, tu problema es que deseas predecir lo incierto y eso es imposible. —Levanta nuestras manos para depositar un beso entre ambas—. Te dije que dejemos que las cosas surjan sin prisa.

Es más fácil decirlo que hacerlo, eso me gustaría decirle. Me encojo de hombros sin poder refutarlo. Respeto sus palabras, mas no las comparto. Tener un novio es uno de mis más grandes sueños, tener a una persona que me respete y ame, además de compartir mis alegrías y mis penas. Hasta el momento, Wrathly llena mis expectativas, su ceguera para mí no es ningún impedimento. Nunca he sentido que alguien que le falte una pierna o las dos, al igual que sus brazos, sea un obstáculo para que me pueda enamorar. A lo que realmente le tengo miedo, es que todo esto sea producto de una ilusión procedente de un corazón desesperado. Nos detenemos en la puerta de mi casa, él toma mi rostro y traza cada una de las demarcaciones de mis facciones.

Me da un suave y tierno beso, ninguna palabra pasa a través de mis labios. En cambio, los humedezco un poco más para devolverle el gesto, un poquito más largo y apasionado. Con esto, le expreso los sentimientos que se atascan en mi garganta. Al terminar de besarlo, lo contemplo con embeleso. Mis sentimientos son tan claros y a la vez tan confusos; sé que debo de enfocarme en ganar la beca, porque todo lo demás puede esperar incluso hasta él. No obstante, es a eso a lo que le tengo pánico... a la espera.

Toma mi mano para colocarla sobre su pecho, justo encima de su corazón, para decirme:

—Este latido no te miente, Peach. —Busca a tientas un mechón de mi pelo, comienza a darle pequeños giros con sus dedos—. Siendo sincero, contigo no entiendo cuál es el problema.

—Es que ni yo misma me entiendo, Wrathly —susurro llena de inseguridades—. Lo que siempre deseé, vino a mí sin previo aviso y más cuando me prometí enfocarme en ganar la beca...

—Podemos lograr nuestras metas... juntos —interrumpe—. Sabes que podemos —reitera—. Lo único que debe de importarnos es que queramos que esto funcione. Por eso te digo que dejemos que las cosas fluyan, siento miedo al igual que tú, pero no dejaré que el temor me robe la oportunidad de conocerte y decidir quedarme contigo para siempre.

—Se te olvida que eres uno de los que buscan ganar la beca al igual que yo. —Tomo una respiración profunda—. ¿Qué ocurriría si somos los últimos? ¿Qué pasará si tenemos que competir entre nosotros?

—Creo que somos lo suficientemente adultos para que esta competición no afecte nuestra futura relación, al final ganará el mejor, seas tú o yo.

—Lo pintas muy fácil.

Deja de darle vueltas al mechón, para poner sus manos en mi barbilla.

—Prefiero bailar con ganas, aunque no sepa. No te preocupes, por algo que no ha ocurrido, lo sabremos cuando pase.

Aparto mi mirada, me debato en darle una oportunidad a sus palabras o, por el contrario, analizar bien la situación antes de decidirme de una vez por todas. Cómo me gustaría ser como muchas jóvenes decididas, tenaces y voraces, no como yo, que siempre me ahogo en un mar de dudas.

Wrathly me lleva hacia él para envolverme entre sus brazos, suspiro derrotada. Aspiro el olor que desprende su camisa.

—¿Sabes qué quiero hacer, Peach? —Niego con la cabeza y le devuelvo el abrazo—. Poder sacarte esas dudas a puros besos, nublarte el juicio para que dejes de pensar.

Mi corazón se salta varios latidos, sus palabras calan hasta penetrar mis huesos. Miles de sensaciones revolotean en mi estómago. Levanto la cabeza para ver a Wrathly arrugar un poco la nariz al reírse, me encanta el hoyuelo que se asoma en su mejilla.

—¿Y quién te impide que lo hagas? —Sonrío con coquetería.

—¿Deseas que lo haga, Peach? —pregunta con una media sonrisa.

—Tomándote la palabra... —Me empino para darle un tierno beso en la mejilla—. No pierdes nada con intentarlo.

Todo pasa en cámara lenta, los labios de Wrathly se conectan con los míos como si estos fueran imanes. Su pecho se aprieta contra el mío, empezamos a mover nuestras bocas como si de una danza perfectamente coreografiada se tratara. A ambos se nos escapan unos suspiros de placer, al sentir el primer roce de nuestras lenguas. Nos separamos por un segundo para tomar aire. No obstante, al tratar de calmar las palpitaciones de mi corazón, él deposita unos suaves besos en mi mejilla, luego en mi mentón y desciende hasta mi cuello, se me eriza la piel por la agradable sensación que me provoca ese contacto.

Cierro mis ojos y me agarro de su camisa como si nunca lo fuera a dejar ir, se me nubla el juicio y creo que mi cabeza empieza a dar vueltas o a explotar, en el peor de los casos. Esto es demasiado abrumador, es mucho mejor de lo que imaginé.

—Peach Marie Hoop, ¿qué rayos estás haciendo?

Me separo de Wrathly al reconocer la voz de mi padre, volteo mi rostro para encontrarlo paralizado delante de nosotros.

—¿Papá? —Atino a jadear.

—¿Papá? —Atino a jadear

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