Descubiertos

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¿Quién dijo que recibir miles de descargas eléctricas podría matar? Me he pasado las próximas dos horas, recibí dichas descargar, cortesía de los labios de Wrathly. Y me encantan. Ahora, mientras él le lanza pequeñas piedras al río, alegando que le gusta escuchar el sonido de esta impactar en el agua, me permito alejar un poco la momentánea bruma que ronda mi cabeza. Quito la ecuación matemática de que él se irá mañana y que esperaremos hasta que acabe toda esta competición, para profundizar bien en esto que queremos crear entre nosotros.

Claro, podremos llamarnos y conocernos un poco más. Y eso es lo que me inquieta. Lo que me preocupa, en realidad, es la distancia, sé que mi relación o futura relación, no debería de ser perfecta, aunque sí honesta. ¿Me conformaré con solo llamadas o mensajes de texto? Además, está su amiga, la víbora roja, a la que con cariño llama Madi; no me cae bien, ni en lo absoluto. No obstante, es su amiga de la infancia y tienen una historia juntos. Actuaría de manera egoísta si le digo que una de mis condiciones para estar con él, sería que la mande a volar al mundo del nunca jamás.

¿Y si fuera al revés? ¿Si es Wrathly quien me pone esa condición con relación a mi amistad con Lynn o con Luccas? Mi respuesta sería un no rotundo. Son mis amigos y hemos compartido mucho, para que mi futuro novio me diga que corte con ellos. Si me lo llega a solicitar, no sería una decisión difícil de tomar. Si me voy por ese lado, vislumbro una eminente primera pelea. ¿Cómo le hago para que entienda que ella no es de fiar? Siendo sincera, no la conozco tan bien, pero con lo que sí sé, me basta para saber que no es una buena persona.

Sé que le gusta Wrathly y eso de por sí ya es un problema. No deseo martirizarme en cómo sacarla de mi ecuación sentimental... por ahora. Tendré tiempo de más para organizar mis ideas y formular una buena teoría sostenible para mi solicitud, eso es cuando llegue el momento. Deja de lanzar piedras y aprovecho la ocasión para tomar su mano, él las gira para que la mía quede arriba, y la llena de besos. Se me escapan unos burbujeos de risitas combinados con mi creciente anhelo de que esto acabe bien.

Vuelve a besarme y tomo aire antes de que sus labios rocen una vez más los míos. Su boca sabe a menta. Con lentitud, lo degusto a mi antojo. Pongo mis manos en su pelo y lo acerco más a mí. Esto provoca que Wrathly intensifique el beso como si necesitara más. De nuevo, se me escapa un jadeo cuando muerde mi labio inferior. Nos apartamos con una sonrisa en nuestros rostros.

—Oigan, ustedes dos —nos grita Lynn a lo lejos—. Queremos irnos, aunque lo duden, tenemos vida después de ustedes.

Mis mejillas empiezan a arder, inhalo temblorosa un poco de aire. Sacudo un poco la cabeza y alejo la creciente ola de vergüenza. Sabía que mis amigos estaban aquí, aunque si me preguntaban si los tenía presentes, la respuesta sería que bien pudieron haber sido torturados y ni cuenta me hubiera dado.

—Wrathly —río—. Creo que nuestro público se cansó de nuestro show.

Coloco mi palma en su pecho para sentir los latidos de su corazón. La cubre y la aprieta. Me muevo más cerca, observo cada movimiento o gesto que hace, aún mantiene su agarre y eso me gusta.

Muevo mi mano libre sobre su rostro, acaricio su mejilla y luego paso la yema de mi dedo por la comisura de sus labios. Me inclino para volver a besarlo en la mejilla, luego me muevo hacia arriba para besarle la frente, desciendo por su nariz, salto su boca y dejo un pico en su mentón. Mi pequeño juego provoca que salga de él una risa ligera, ese sonido provoca que mi corazón se derrita y cante de felicidad. Por eso, repito el camino de besos que tracé en su rostro, termino en mi nuevo lugar favorito... sus labios.

—¡Peach! —ladra Lynn, molesta.

Meto mi cabeza en el hueco del cuello de Wrathly, luego acerco mis labios a su oído y le susurro:

Soldat Donde viven las historias. Descúbrelo ahora