CAPÍTULO II

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Yeon Kyeong había llegado finalmente a su casa acompañada de su prometido. El camino de regreso no fue tan largo como el de ida, quizá porque ahora estaba acompañada de alguien más. Además, su hermana Yeon Woo...

—¡Yeon Woo!, ¿dónde está mi hermana? —gritó alterada al no verla.

Como es posible que me haya olvidado de ella. Es que cuando estoy con mi prometido nada más existe... No me di cuenta, me olvidé por completo de ella, ¿se habrá perdido?

Yeon Kyeong no deseaba preocupar a su prometido por eso le dijo:

—De seguro ya está adentro.

—¿Segura? —La miró dudoso.

¡No! Yeon Kyeong dudaba mucho que su hermana traviesa se encontrase allí dentro.

—¡Por supuesto! Puedes irte tranquilo.

Con una sonrisa de despedida, su prometido se marchó. Ni bien lo hizo ella entró a su vivienda a buscar a su hermana, la buscó por todas partes, pero no la encontró. Sabía que iba a ser una pérdida de tiempo buscarla allí, pero la esperanza es lo último que se pierde.

A la única que encontró fue a su hermanita más pequeña, tuvo que ocultarle que Yeon Woo no estaba, porque era seguro que les contaría a sus papás. Se sintió culpable por entretenerse con su prometido y olvidarse de su hermana. Merecía ser castigada.

En la función del amor de la luna y el sol.

Yeon Woo quedó sorprendida, nunca había visto un guardia real como él. Es decir, todos los que había visto eran... bueno diferentes. En cambio, ese tenía algo distinto, incluso no lucía como un guardia real. Si no fuera por el uniforme, creería que era hijo de un ministro, o un príncipe ¡No, por supuesto que no! Un príncipe viendo aquella función, eso solo se le podía ocurrir a ella.

Esbozó una sonrisa ante tales pensamientos, pero tenía razón, ese guardia era simplemente distinto. Incluso estaba sonriendo, y en sus ojos observaba una alegría confortable, lo que nunca había visto en un guardia real, o cualquier soldado que cargaba en su expresión muerte tras muerte.

¿Quién sería?

—Por supuesto pase.

Con dichas palabras el príncipe Yi Moon se retiró a un costado para dar paso a aquella preciosa jovencita.

—Gracias mi señor.

Cuando la jovencita se paró a su lado, le fue inevitable despegar la mirada sobre ella. Llevaba puesto un hanbok que se ajustaba a su silueta. El jeogori (especie de blusa) era de color amarillo y el baerae (faldón) de color rojo. Entonces quería decir que era una mujer soltera. No sabía por qué, pero eso le alegró dn gran manera; su peinado era como aquellos peinados que los ha visto en las mujeres de menor rango en el palacio, dos trenzas salientes de la coronilla uniéndose con el resto del cabello formando una trenza más gruesa y larga que llegaba hasta su cintura ¡Que precioso le quedaba! Además, iba adornado de pequeñas flores que resaltaban aún más su belleza. ¿Y por qué no hablar de su rostro? Sus mejillas se tiñeron de rosa, a lo mejor por el frío, incluso de sus labios esbozaba un rojo natural. Sus ojos grandes adornados de largas y espesas pestañas le otorgaban tranquilidad, y su pequeña nariz...

Unas risas escandalosas lo atarearon.

¿Qué ocurre? ¡Ah! Al parecer lo ha causado el espectáculo, ¡cierto! Lo había olvidado me he perdido más de la mitad de la historia.

Ya no entendía que ocurría en la historia, pero aquello ya no le interesaba, ahora solo se centró en alguien más...

Yeon Woo a veces lo miraba de reojo. Era muy apuesto, pero...

UNA REINA©Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora