Perdón si lo que vais a leer a continuación no es completamente sadomasoquismo, no soy de leer historias de ese tipo por lo que se muy pico, sin embargo, he hecho mi mejor esfuerzo y espero que al menos lo disfrutéis 💜 Muchas gracias por vuestra paciencia 🥰💜 ~~~~~~~
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— ¿Me llamaba, comandante? — preguntó (Nombre), una joven de cabellos negros y ojos verdes.
La chica había sido llamada para que fuera al despacho del comandante Erwin, un hombre serio, pero apuesto. Éste la miró levantando su mirada de los papeles que segundos antes estaba ojeando. La miró por unos segundos sin decir nada hasta que habló con su tono serio de siempre.
— Si, necesito tu ayuda con el papeleo de la última expedición, eres más buena que yo tratando con las personas y hay algunos que están bastante enfadados por las perdidas que hemos tenido — dicho esto le extendió algunos papeles con los nombres de todos los fallecidos, incluido si se pudo encontrar el cuerpo o no.
(Nombre) observó los papeles mientras se sentaba en la silla frente al escritorio del rubio. Frunció el ceño en señal de concentración sin levantar la vista en ningún momento. Erwin observó cada detalle suyo. Su entrecejo levemente fruncido, sus ojos verdosos que parecían dos esmeraldas, sus mejillas redondas que le hacían parecer muy tierna, sus labios rosados y carnosos, su cuerpo delgado y perfecto. Al rubio le encantaban cada una de las facciones de esa chica, incluida su personalidad, toda ella la volvía loco, tanto que hasta llegaba a soñar con ella y no eran sueños muy inocentes que digamos.
— Creo que puedo encargarme de esto — dijo (Nombre) devolviendo al rubio a la realidad, quién se le quedó mirando. — ¿Comandante? — preguntó la chica confundida al ver que no le respondía.
Erwin carraspeó para luego asentir con la cabeza y levantarse de su asiento.
— Entendido, pues te lo dejo todo a ti, (Nombre) — la pelinegra asintió con la cabeza y se levantó de su asiento con los papeles en mano. Cuando iba a dirigirse hacia la puerta el comandante la agarró del brazo deteniéndola. La chica se giró hacia él y lo miró a los ojos.
— ¿Ocurre algo, señor? — preguntó un poco nerviosa y confundida al ver como éste se acercaba más a él.
Erwin no respondió, solo le arrebató los papeles de la mano y lo dejó en su escritorio, confundiendo a la chica, quién se sonrojó al sentir como el rubio la cogía de la cintura y la acercaba a él. Éste acercó su rostro al de ella, sintiendo ambos la respiración del otro.