Sexto llanto.

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Era de noche, y no podía conciliar el sueño. Insomnio. Todas las malditas noches le ocurría. Tenía pesadillas de todas sus inseguridades, miedos y temores.

Lo odiaba.

Era un estúpido cobarde, que no hacía más que llorar, pero simplemente no sabía cómo expresar sus sentimientos, ya que, de tantos, explotaba y sólo podía soltar lágrimas saladas, sujetar con fuerza su cráneo y esconderse en su chamarra.

En fin.

Se echó agua fría en su huesudo rostro y, ya con su típica ropa, salió de su hogar. ¿Adónde? Al cementerio, ¿por qué? Sencillo, porque los muertos no hacen preguntas.

Ellos no te preguntan por qué lloras. Todo lo contrario a los vivos.

Sentía como el frío calaban sus huesos. Ya llegando a “La Tierra de los Muertos”, miraba las lápidas, aunque no era mucho, pues su vista no era la mejor.

Escuchaba como el viento azotaba el suelo, y el llanto de la luna al no ver el sol. Luego, unos murmuros.

¿Por qué alguien vendría al panteón a las 3:57 a.m. ?

Bueno, tampoco podría decir que su razón era buena.

No quería ser chismoso, pero aquella voz le resultaba, familiar. ¿Quién será?

Se acercó a paso lento, y poco a poco los murmuros se convirtieron en sollozos.

—T-te extrañ-ño... —alcanzó a oír.

Logró figurar una silueta encorbada, abrazando una lápida. Se escuchaba destrozada.

Al estar frente a frente con el desconocido, se dio cuenta que era alguien que amaba mucho.

—¿Ink? —el nombrado volteó a verle, sorprendido—. ¿Qué haces aquí?

El mayor se encogió de hombros (¿clavículas?). —Lo mismo te pregunto.

El ruido se ahogó un tiempo. En ese tiempo, el glitch se fijó en la lápida que tenía Ink enfrente, y en esta, había un nombre que le resultaba muy familiar. Un nombre de una bella mujer amable.

¿Acaso ella...?

—Falleció hace unos días, por causas naturales. Ya sabes, la vejez y eso. —mencionó, con la voz apagada,

—¿Y p-por qué n-no me dijiste nada? —preguntó como pudo, ya que sentía un nudo en la garganta.

No respondió, y miro nuevamente la tumba de su madre. Error sabía que no era buen momento para armar un escándalo, pues él no se sentía muy bien.

Ink comenzó a sollozar.

—P-perdóname por haber sido tan seco contigo estos días. T-tan frío... D-duro. —se cubrió su rostro—. T-tenía miedo, me sentía tan solo, confundido. ... ¡L-lo siento! ¡N-no quería e-eso!

Al ver esas lágrimas insípidas, supo que no era el único en sentirse así.

Se acercó a Ink, se agachó y lo abrazó tan fuerte como pudo, casi temiendo a que lo dejara.

Ink trató de detener el llanto enfrente de su amado, ya que no quería que lo viera tan débil.
Pero tampoco podía controlar el mar de gotas que salían de apoco de sus cuencas.

Error le acarició el cráneo, así como él lo hacía cuando lloraba.

El mayor se acurrucó en las costillas de su “ruru”, tratando de calmarse.

Ahora ambos sabían que solos no estaban, tenían sus problemas y las confusiones atacaban a menudo, pero ellos se amaban.

Se amaban mucho.

「Cry Baby. 」 InkError Donde viven las historias. Descúbrelo ahora