Capítulo 11: Bajo las Estrellas

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Pista de Audio: Moonlight - Deathparade.

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La noche caía sobre la ciudad

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La noche caía sobre la ciudad. La tenue luz en el departamento del décimo piso, en la Torre Santana, apenas iluminaba el suelo de madera y las paredes blancas. Una respiración agitada se escuchaba provenir desde el pequeño cuarto contiguo a la sala de estar, acompañada de una tranquila música de fondo, música clásica.

Gianna, cansada por el largo día de trabajo, vestía un cómodo atuendo de dormir, conformado por un pantalón corto —que apenas le cubría los muslos— y una blusa blanca de manga larga. La piel de sus delgadas piernas se tornaba de un pálido anaranjado por el reflejo de la luz en la madera, ocultándose al alcanzar sus pies, debajo de unos calcetines color mostaza. Sus pasos hacían un sonido hueco al caminar. Su largo cabello negro, caía suelto hasta su cintura; sus parpados lucían cansados; en su mano, llevaba una taza de café.

—¿Otra vez te quedarás despierto hasta tarde, Jack? —preguntó la joven, después de cruzar la sala y llegar a la diminuta habitación adaptada como gimnasio.

Jack hacía elevaciones en una barra alta. Sus treinta y cinco años no parecían pesar en él. Lucía un cabello corto, sin llegar a militar. Sus labios se movían sin dejar salir sonido alguno por debajo de una tupida, pero corta y delineada barba que se cerraba hasta sus patillas, como si de pintura aterciopelada se tratase. Al notar a Gianna, terminó una silenciosa cuenta para poder responder con otra pregunta.

—¿Otra vez no puedes dormir? —dijo Jack, entre jadeos, soltándose de la barra para dejarse caer al suelo.

Sus músculos pectorales temblaron de forma llamativa. No llevaba camisa y su piel estaba impregnada de minúsculas gotas de sudor. Gianna se sonrojó y apartó la vista, alcanzándole una toalla. Él la recibió y secó su cuerpo.

—N-No. Las pesadillas... —respondió Gianna, un poco nerviosa, tratando de alejar ideas raras de su mente. Aunque vivir bajo el mismo techo, desde hace casi seis años, lo hacía prácticamente imposible.

Jack la miró con preocupación, arrugando un poco su frente y dejando que sus ojos se clavaran en los de ella, buscando tranquilizarla. Pero el efecto fue contrario, el corazón de la joven comenzó a palpitar de prisa.

Sombra de Fuego: La Era del Fuego IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora