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El niño llegó a un pueblito perdido entre altas colinas y asentado sobre abruptas montañas. Llegó a algún punto entre la densa niebla que unía y cubría las formaciones rocosas, generando un espacio por el cual, figuradamente, se podría transitar. Aunque dicen algunos testigos, errantes noctámbulos de estos escarpados cerros, que vieron -en distintas ocasiones- algunas fugaces ovejas cruzar de la montaña Q a la R a través del conducto que creaba la condensación de la niebla.


EL NIÑO QUE ARRASTRABA LA CAJAWhere stories live. Discover now