5)La oficina de correos, la floristería y el callejón.

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Mary nos suelta nada más ponernos entre el callejón sin salida que está entre la oficina de correos y la floristería. Nos mira, pensando qué puede decir y qué no, y acaba suspirando.

—Entrad como si nada y os metéis en los baños. Os quedaréis ahí hasta que cierren, y entonces buscaréis. Espero que no tardéis mucho, porque entonces me aburriré como una ostra.

—Espero que no suceda, si no, te enteras —le digo totalmente seria. Me dirijo a la floristería—. Yo entraré aquí, que Adam vaya a la oficina de correos.

—Que sí, pesada.

—Está bien —Adam se dirige a la puerta principal de la oficina de correos.

Mary da una señal para que entremos en nuestros respectivos lugares y ella se adentra en el callejón. Adam antes de entrar me sonríe de manera dulce, pero yo no puedo devolverle la sonrisa. No pude.

No hay mucha gente dentro. Ni siquiera está la Señora Son. Seguramente está en la planta de arriba, cuidando plantas, ya que de alguna manera u otra el pitido que debe de sonar cada vez que alguien entra o sale no ha emitido ruido alguno.

Corro hasta el baño de las chicas y la cierro con cuidado. Suspiro aliviada y miro a mi alrededor. El baño solo tiene un váter, pero al mirar hacia arriba veo una rejilla y una nota pegada a ella, aunque me he percatado de milagro porque está bien camuflada. La cojo con cuidado y la leo para mis adentros.

"¿No te advertí ya de que no quiero que te metas más dónde no te llaman, Emilie? Un paso en falso y uno desaparecerá, tenlo en cuenta. El hombre."

La arrugo como hice ayer por la noche con la otra y la guardo en el bolsillo, ya que si tiro de la cadena quizá la señora Son me podría escuchar y jodería a Mary. Alzo los brazos y quito la tapa de lo que sería el conducto del aire.... de lo que sería. En realidad es un agujero donde una persona como yo puede caber perfectamente y estar ahí días. Mary sabía esto. Increíble. Quizá tenía un lado más macarra de lo que yo pensaba.

Ahora solo tengo que esperar a que se haga de noche.

LUKE.

—¡Pare! —grito, intentando estirarme, aunque lo único que hago es hacerme más daño en los tobillos.

"El hombre" había venido a traernos la comida, diciendo que ya dentro de nada sería la hora de cenar y que, como tenía que hacer cosas, nos la traía antes. Todo fue bien. No le dirigí palabras, ni siquiera una mirada, y Toby tampoco hasta que, como siempre, habló más de la cuenta, haciendo cabrear "al hombre".

Pero esta vez hizo algo que ninguno de los dos habíamos imaginado que haría. Sacó una navaja y se acercó a Toby, haciéndole cortes en los brazos y en una pierna, e incluso algún que otro en la mejilla o cuello. ¡Ese hombre está loco! Toby empezó a gritar de dolor, y a llorar, incluso, y yo intenté ayudarle... pero nada más levantarme e intentar acercarme caí en la cuenta de que estaba esposado a la cama. No podía hacer nada para ayudarle y él estaba siendo torturado. Me caía más o menos, pero eso no le daba derecho a tratarle así, y sentía que tenía que defenderle como fuera.

Harto y furioso de sentirme un incompetente de pacotilla, cojo una de las bandejas que he estado acumulando a lo largo de los días y se la tiro a la cabeza, dándole de lleno. Para, se gira lentamente y me muestra una sonrisa entre perversa y furiosa.

—Tienes carácter, me gusta —me mira con diversión, guardándose la navaja en el lugar donde la tenía guardada. Del chaquetón saca unas vendas y se las lanza a Toby—. Úsalas.

Se va cerrando la gran puerta lentamente, deleitándose de ello. Suspiro aliviado y me siento en mi cama. No entiendo por qué a mí no me hace nada, pero no me da buena espina de todas formas.

—¿Estás bien?

—Sí —susurra.

—Me jode no poder ayudarte a ponerte las vendas.

—No es la primera vez que me veo en esta situación. Te acabas acostumbrando.

No creo que nadie pueda acostumbrarse a esta situación, a pesar de llevar meses así. Es inhumano. Es imposible.

—Si tú lo dices...

—¿Crees que Emilie llamará esta vez?

—Claro. Nos lo dijo.

—Necesito que ella nos encuentre y que tú recuerdes lo último que hiciste antes de despertarte aquí.

Sigue siendo un misterio para mí el último lugar en el que estuve. Una cosa tengo clara, y es lo único; no estaba con mi madre.

—¿Por qué ibas a necesitar tú eso?

—Así ella podrá ir a ese lugar, y por tanto, encontrar pistas.

—No había pensado en eso...

—Voy a intentar dormir. Estoy cansado —me dice, secamente—. Despiértame cuando veas conveniente.

—Como veas.

Me conviene recordar cuanto antes... Antes de que se me acabe la batería.

Antes de que este lugar se convierta en nuestra tumba.

La llamada del secuestro. (REEDITANDO&RESUBIENDO).Where stories live. Discover now