5)La oficina de correos, la floristería y el callejón.

Start from the beginning
                                    

Mary le mira confundida por esa respuesta y yo, desconcertada, miro a otro lado. Me había dado una punzada en el corazón de alegría, como si se interesara por mí como algo más. No tendría que hacerme ilusiones así porque sí porque luego me llegan las decepciones como balas.

—Chicos, vamos a colarnos en la oficina de correos del parque central.

Adam y yo nos miramos con los ojos bien abiertos, diciéndonos a través de estos algo similar a "ha perdido la cabeza por completo" y luego la miramos a ella, que nos fulmina con la mirada. ¿Qué se esperaba? ¿Que dijésemos, con alegría, que vale? Eso es de locos. ¿Para qué quiere que nos colemos, además?

—Bueno, "vamos" —prosigue, diciendo la última palabra con los dedos a modo de comilla—. Solo uno de vosotros va a entrar ahí. El otro se colará en otro lugar.

Adam se rasca la nuca sin entender. Yo no sé qué cara poner.

—En el parque central se encuentran alguna de las zonas más importantes de la ciudad, como ya sabéis. La oficina de correos, el gran centro comercial... ¡Incluso el ayuntamiento! —se para un momento, pensando las palabras adecuadas—. Y he pensado; ¿para qué me iba a querer mandar a mí un hombre anónimo al parque central, buscando algo relacionado con rosas y algo rojo?

—Está loco —dice Adam con notable evidencia.

—¡No me interrumpas! —protesta—. Llegué a la conclusión de que quiere que busque algo en la oficina de correos y en la floristería, porque, como también sabéis, están justo al lado y entre ellas hay un callejón al que yo no le doy mucha importancia —se encoge de hombros, pero noto que en realidad sí que se la da—. Vosotros os vais a colar en uno de esos sitios y vais a buscar la pista necesaria. Saldréis por una ventana que da justo al callejón y me la daréis para ver qué hago con ella.

Que hable en plural me exaspera. ¿No es capaz de pensar que a mí me está jodiendo la idea de que me haya intercambiado por Adam? ¿Cómo puede tener esa cara tan dura de implicarme a mí también, cuando solo se permite un único ayudante?

—¿Sabes que no podemos ayudarte dos personas? —digo a modo de pregunta, borde.

—Eso ha cambiado —me dice con tono elevado, tendiéndome una nota—. Me la mandó el acosador.

La cojo y miro a Adam un momento, quién asiente indicándome que ya la ha leído. La miro y leo lo que pone en ella.

"Me das pena. Es increíble que sienta pena por alguien de tu calaña, pero así es. Está pasando. ¡Me estoy volviendo bueno! Pero a lo que iba. Como te dije en la primera nota, aún eres demasiado pequeña (teniendo en cuenta que la segunda más joven que ha sido invitada a jugar ha sido tu prima Carly, de diecisiete, y solo tienes dieciséis). Por eso mismo voy a dejar que te ayuden en total dos personas. Seréis tres. PD: Date prisa, se te acaba el tiempo."

Dejo la nota encima de la mesa y entrelazo mis manos debajo de la mesa, apoyándolas en mi regazo.

Me ha cabreado que dijera que sentía pena por ella, porque si eso fuese de verdad así no la amenazaría de muerte (incluso aunque ella no se haya percatado). Aunque... también me ha servido para saber que, definitivamente, es un hombre el que escribe esas notas.

—¿Y tú qué harás? —inquiere Adam. Yo la miro a ella con curiosidad, y ella le mira a él con una sonrisa de oreja a oreja, como si hubiera estado esperando esa pregunta desde que vinimos—. Es decir, no te quedarás sin hacer nada hasta que salgamos del lugar en el que nos colemos, ¿no?

Adam tiene razón. ¿Y si ella pretende que nosotros le hagamos el trabajo sucio? Eso sería muy ruin por su parte. Y, aunque estoy poniendo en muy mal lugar a la persona que es mi mejor amiga, es porque sé que es capaz de eso y más. Aun así, espero de corazón que no sea tan mala.

La llamada del secuestro. (REEDITANDO&RESUBIENDO).Where stories live. Discover now