FILIA Y FOBIA

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Ilustrado por Leslie Esparza




Increíblemente impulsiva, risueña, feliz y activa. Así era Filia. Su hermana, Fobia, por el contrario, solía estar triste, asustada y se cohibía con casi cualquier cosa. Filia era tan móvil, que a veces resultaba chocante su manera de comportarse, pues al ser íntimamente egoísta, solía hacer muchísimas travesuras para no aburrirse todos los días. Fobia no era menos difícil, pues era todo un espectáculo convencerla de que saliera de su habitación, que comiera, se duchara, e hiciera sus deberes.

A veces, Filia molestaba a Fobia de manera abrupta. Se aprovechaba del miedo injustificado de su hermana y disfrutaba realmente hacerla saltar del susto, escondiéndose por debajo de la cama, o encerrándola en lugares oscuros y reducidos. Fobia, pese a su actitud inocente, sí le guardaba algo de rencor a su hermana.

Aunque gemelas, Filia y Fobia eran completamente diferentes; Filia, comúnmente, solía ser bastante aprovechada, y aunque muy extrovertida, se guardaba muy bien la mayoría de sus secretos. Era impresionantemente raro si te contaba algo y si lo hacía, era para sacar ventaja de ello de algún modo.
Fobia, introvertida, no solía hablar con casi nadie y se guardaba para sus adentros todos aquellos pensamientos, y los volvía destructivos contra ella. Variadas veces habían tratado de ayudarla en vano, ya que era común que se lastimara a causa de sus ataques de irracionalidad.

Era cierto que, si bien todo el mundo las señalaba por ser tan extremistas con su personalidad, entre ellas se daba una clase de comprensión especial, casi secreta. Varios niños de la calle en la que vivían las habían visto charlar y apartarse de todos. La percepción de sus propios padres no era muy diferente; ellas tejían una clase de relación misteriosa en la que sólo ellas entraban, y nadie más.
Por ejemplo, un día en el que subieron una montaña altísima, tanto, que las nubes hacían de barba y se podían ver por debajo del hombro. Fobia estaba asustadísima, y poco o nada se atrevía a mirar hacia el horizonte. Filia, sin embargo, se desvivía por poder lanzarse de una tirolesa que la llevaría cuesta abajo y la haría cruzar un hermoso lago. Esa idea era inconcebible para Fobia, que no daba cabida a las ideas mortalmente arriesgadas de su hermana. Cuando se habíase preparado para salir disparada por la delgada cuerda, Filia escuchó los sollozos de su hermana, por debajo de las orejeras que le cubrían del romper del viento. Detuvo el lanzamiento y cuando se volvió, observó a su hermana romper en un llanto destrozado, conmovedor e imparable.

— ­ ¿Hermana? ¿Por qué estás llorando?

— Tengo miedo.

— Bueno Fobia, ¿tú cuándo no? ¿Ahora por qué?

— No te voy a decir...

— ¡Anda cobarde! ¿Qué te pasa?

— ¡Ya te dije! ¡Tengo miedo!

— ¿Miedo de qué, de quién?

— De que te lances por ahí —dijo Fobia tapándose la cara con las manos, cuando se le colaban ríos de lágrimas entre los dedos.

— ¡Pero si la que se va a lanzar soy yo, no tú! ¡Niña tonta!

— ¡Eso lo sé, Filia!

— ¿¡Entonces por qué te asusta?!

— Porque me da miedo que te suceda algo irremediable.

Filia había quedado perpleja y boquiabierta. Un nudo en la garganta le apretaba a tal grado del sofoque y poco a poco entendía que los miedos de Fobia no siempre eran sobre ella. Entendía por vez primera que Fobia no era tan niña y que, ciertamente, todo miedo tenía que provenir de la sensación de perder algo que alguna vez se tuvo; en este caso, a su Filia.

Ambiente AmoWhere stories live. Discover now