XII. Imposible

836 91 27
                                    

Laura

— Así que... Ross Lynch, ¿eh? — dice Derek sonriendo de lado.

Suelto un bufido mientras acomodo la ropa de nuestra hija.

— Tendrías que haberme avisado que volvías hoy. — protesto.

— Quería sorprender a mi hermosa esposa... — murmura abrazándome por atrás mientras besa mi mejilla con suavidad.

Río levemente y niego con la cabeza, en ese momento Ross ingresa a la habitación. Se había ido a atender una llamada, lo cual me había salvado de una larga explicación.

— Mejor me voy. — dice fríamente cuando nos mira.

De inmediato me separo de Derek. Estaba enojado conmigo, lo sabía. Pero en realidad él no tiene nada que reprocharme. Está por casarse con otra mujer.

Y sinceramente no me interesa. En absoluto. Para nada. Cero.

— Los dejaré solos... — murmura Derek para después irse a la sala con Sophie.

— ¡¿Estás casada y eres madre?! ¡Tienes una jodida familia y de todas formas me has buscado! — me grita.

Vaya...

— No estamos juntos, Ross. Derek y yo... Derek está enfermo, no le quedan muchos meses. Nos casamos en Las Vegas, los dos estábamos borrachos y de ahí nació Sophie. No somos pareja, fue un error esa noche... Pero de todas formas no me divorcié porque le diagnosticaron cáncer terminal y no tenía seguro así que utiliza el mio, criamos juntos a Sophie... Pero me temo que en unas semanas seré solo yo. No estoy enamorada de él, no lo amo, solo estamos casados por su enfermedad. — le explico.

— Oh por... ¿Te has casado borracha?

— Fue cuando tenía 19... — murmuro.

— Esto es... No puedo creerlo...

— Derek y yo seguimos siendo amigos, pero jamás ha pasado algo más luego de Las Vegas. No puedo cambiar mi pasado, Ross, y amo a mi hija... Más que a nada.

— Me has ocultado esto.

— ¡¿Por qué te lo diría?! ¡No eres nada mio! ¡Nada! — grito, enojada por su jodida actitud. — ¡No somos pareja! ¡No te amo! ¡No eres mi persona! ¡Solo es sexo, como con cualquier otro! No tengo por qué contarte sobre mi vida privada, ¿entiendes? Eso déjaselo a Emma.

— Debo irme... — murmura.

— ¡Oh, bien! ¡Ahora huyes! — exclamo cuando se da la vuelta.

— Déjame decirte algo... Que quise decirte ese maldito día en el que me acosté contigo. — dice mirándome. Ya no había calidez ni amor en sus ojos... Había frialdad.

— Dime.

— Laura, estás muerta por dentro. Eres fría. Eres un robot. No sientes nada por nadie, salvo tu hija quizás. Estás muerta por dentro. Y sinceramente he sido un imbecil por enamorarme de ti, no sientes nada ni jamás serás capaz de sentir algo. Te pasaron cosas horribles si, pero no es eso... Eres una mierda de persona.

Sus palabras me dolieron más de lo que admitiría pero de todas formas sonrío de lado y digo:

— Vete a la maldita mierda, Lynch.

— Con gusto. De todas formas... Tú ya estás en ella, y ya no tengo ganas de lidiar con tu jodida mierda. — dice para después irse.

Cuando la puerta se cierra de un portazo, comienzo a sollozar y yo intento no llorar pero es en vano... Las lágrimas comienzan a caer con violencia. No podía parar de llorar.

— Cielo... No llores... — murmura Derek ingresando a la habitación. — Si hubiera sabido que había alguien en tu vida...

— No hay nadie especial en mi vida. — lo corto.

— ¿Por qué lloras entonces? — pregunta cruzado de brazos.

— Porque...

Intento buscar alguna excusa para no expresar lo que realmente siento. No podía ser posible. No...

— ¿Si, Laura?

— Porque... Porque estoy sintiendo cosas por Ross que jamás había sentido por ningún hombre. — confieso llorando provocando que él sonría ampliamente.

— ¿Amor?

— Esa estupidez no existe... es solo que me agrada... Más de lo normal.

— Laura, te estás enamorando de Ross Lynch.

Suelto una risa histérica. No, no me podía pasar eso.

— ¡Se va a casar con mi mejor amiga! Jamás podríamos tener algo más que una aventura... No... Es ridículo. — digo riéndome.

— Cuanto más lo niegues, peor es... Y cuando te des cuenta de la verdad será demasiado tarde para ustedes.

Ignorando por completo su consejo, me marcho de mi habitación en busca de alguna distracción. Sophie.

No quería pensar en eso, no quería pensar siquiera en la posibilidad.

Pero ahora mismo... Sé que tendría que haber escuchado a Derek.

The Wedding Donde viven las historias. Descúbrelo ahora