El Caballero Negro. Parte 2

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Breena se encontró sentada en el poderoso animal, mirando preocupada a su alrededor. Temía que si se desmayaba y caía desde esa altura, se rompería el cuello. El caballero apareció a su lado y la rodeó con sus fuertes brazos para sujetar las riendas, sin dejar de mirar hacia atrás, espoleó el caballo y partieron al galope. La repentina energía de la montura la asustó y se sujetó con fuerza al hombre, temiendo salir disparada hacia el suelo. Con ese estrecho e íntimo contacto, él sintió el calor de la fiebre que despedía el cuerpo femenino.

- Necesito espacio, señora -le pidió, apartándola un poco-. Me persiguen y tengo que llegar a ese bosque si quiero despistarlos.

Breena se alejó bruscamente como reacción a las palabras cortantes, a punto estuvo de caer si el lord no lo hubiese impedido aumentando la fuerza de su abrazo.

- No tanto, señora -le reprochó en un tono burlón.

Azuzó todavía más al caballo, que salió en una carrera incansable dejando atrás a los perseguidores. Cuando se adentraron en el bosque, ya les llevaban una buena distancia. Dirigió su montura al trote, entre los árboles y la maleza cada vez más espesa, y se desviaron de lo que parecía un sendero para adentrarse más profundamente en el corazón del bosque.

Como el guerrero parecía saber a donde se dirigía, Breena se tranquilizó, incluso agradeció el fresco que le proporcionaban los árboles milenarios. Miró hacia arriba. La copa de los árboles apenas dejaba pasar la luz del sol, y casi parecía que se había hecho de noche, aunque en algún lugar de su cabeza sabía que era de día.

Se habían detenido para localizar por el sonido dónde se encontraban sus perseguidores. No recordó que estaba sobre un caballo hasta que quiso seguir con la mirada a un pájaro que salió volando entre las copas de los árboles. De repente sintió que se inclinaba demasiado hacia atrás y que perdía el equilibrio.

El hombre actuó con rapidez y la sujetó con firmeza, atrayéndola hacia él. Sus caras quedaron a sólo unos centímetros en los que se observaron mutuamente. Breena no sabía a qué conclusión había llegado él con su escrutinio. Ella, sin embargo, no podía dejar de mirar hipnotizada los rasgos duros y atractivos, la piel bronceada y los ojos negros que la miraban curiosos.

- ¿Cuál es tu nombre? - le preguntó en un susurro.

- Breena -susurró también, y cuando vio que el rostro atractivo se fruncía en una mueca, le acarició las arrugas con sus dedos fríos y temblorosos -, ¿y el tuyo?

- ¿Me estás tomando el pelo?

La pregunta la sorprendió. Pensó si se referiría a su atrevimiento de manosearle el rostro cuando eran auténticos desconocidos, atrevimiento que nunca hubiera tomado si no pensase seriamente que todo eso era, o bien un sueño, o una broma desagradable de su amiga Megan, por lo que podía permitirse el ser audaz y atrevida.

- Breena es un nombre gaélico -dijo él a modo de explicación, ella se encogió de hombros esperando ver a dónde quería llegar-. ¿Eres escocesa? Tienes que serlo, un inglés nunca le pondría a su hija un nombre escocés. ¿Por qué no hablas gaélico? ¿Cómo has llegado aquí, te han secuestrado?

Breena no entendió cual era el problema con su nombre. Iba a preguntárselo cuando volvió a sentir escalofríos y empezó a temblar mientras le castañeaban los dientes. Buscó su abrigo, y como no podía ponérselo a causa de los temblores, el caballero la ayudó y la recostó contra su pecho antes de que perdiera el sentido.

- Tienes que aguantar un poco más, aún no podemos detenernos a descansar.

Lord Strone instó a su caballo a seguir avanzando. Sabía que su fiel compañero empezaba a estar cansado. Él también lo estaba. Habían huido de una batalla en la que más de la mitad del ejército en el que luchaba había sido masacrado tras combatir durante horas con auténtico valor. Hasta que el rumor de que su rey había caído malherido en el campo de batalla, había sido el detonante para que tocaran en retirada, pues el ejército enemigo se había crecido al saber la noticia y ellos habían empezado a morir uno tras otro. La orden era volver a casa. A él y sus hombres los había sorprendido en el medio del ejército enemigo, camuflados como ingleses para poder llegar hasta el rey inglés con la misión de terminar con su vida, por lo que habían tenido que luchar duro para salir huyendo.

El Caballero Negro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora