「🎨 ; L u n e s 」

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El monótono e irritante sonido de la campana realizó su rutinario aviso, indicando el ingreso a clases y el término de la libertad de 15 minutos de los estudiantes pertenecientes a la famosa escuela primaria de South Park.

En cierto sector, un niño se dirigía con tranquilidad a su respectiva sala. Al ingresar se topó con el reducido número de los mismos compañeros de siempre, ya que la mayoría solía llegar tarde, aunque ésta vez la ausencia era mayor a la usual. Fijó su vista intencionalmente en un pupitre en específico, observando al dueño de éste con su clásica expresión peculiarmente desinteresada, aunque suavizó su mirada una vez comenzó a caminar lentamente hacia él.

─ Hola ─ se dispuso a saludar el azabache, al mismo tiempo que agarraba del respaldo una silla ajena cercana, arrastrándola ruidosamente por el suelo y posicionándola justo al lado del pequeño rubio, para luego dejarse caer con pereza y sin cuidado en esta, provocando en su compañero un leve salto-reflejo de sorpresa por su brusca y repentina acción.

─ ¡Gha! Uh, h-hola Craig ─ respondió rápidamente el ojiverde, sin siquiera mirarle ni recriminarle por haberlo asustado; sus pupilas se encontraban intensamente concentradas en un pequeño lienzo que tenía frente suya, apoyado en su mesa gracias a algunos cuadernos amontonados desordenadamente.

Craig admitía que el comportamiento actual de Tweek le parecía algo extraño, poco común, pero decidió no tomarle demasiada importancia eventualmente; no tardó en formular en su cabeza una idea lógica del por qué, ayudando a despreocuparlo al instante.

─ Cariño, ¿sabes que el profesor de artes no vino hoy, verdad? ─ le cuestionó tranquilo, inclinando su cuerpo ligeramente hacia adelante con la intención de observar con claridad qué era lo que su novio pintaba, curioso y sin molestarse en fingir indiferencia al respecto. ─ No es necesario que hagas la tarea.

Los delgados dedos de Tweak se mantenían firmes en el pincel que poseía en su mano derecha, danzando con precisión y naturalidad sobre el colorido lienzo inundado en manchas pasteles aleatorias, al parecer abstractas. La rara mezcla gritaba desahogo en cada rincón que esta cubría.

El moreno no recibió respuesta alguna a su pregunta, aunque de todas formas no se enfadó por ello ni trató de insistirle firmemente; pocas eran las veces en que el cafemaniáco estaba tan determinado en ponerle empeño a algo, y no quería ser un completo egoísta con complejo de idiota como para interrumpirle en un momento así. Al final decidió simplemente mantenerse en silencio.

Sus oscuros orbes azules desviaron su atención al determinado rostro del contrario, observando como el contrario mordía su fino labio inferior compulsivamente, siendo uno de sus tantos tics nerviosos. Contó pacientemente cada una de las pecas salpicadas por el puente de su respingada nariz, realizando un recorrido visual por cada rincón; a lo único que se dedicó por alrededor de 6 minutos fue en contemplar la obra de arte frente suya, y no, no se refería a la pintura de Tweek. Tucker no podía evitar sentirse más afortunado de que este estuviese presente en su -ya no tan aburrida- vida.

Los movimientos del rubio cesaron por un momento, apartando el pincel y dejándolo sobre el reducido pupitre con algo de descuido. Su tierna nariz se arrugó, sintiendo incómodas cosquillas estimuladas por el terco roce de su desordenado cabello largo acariciando insistentemente su sensible piel. Llevó sus desocupadas manos a sus mejillas, apartando las doradas y enredadas hebras que estorbaban su visión, rascando con sus uñas ansiosamente los sectores afectados; no se percató que gracias a su torpeza terminó manchándo las puntas de su pelo y ciertas zonas de su cara con pintura fresca, esa que se encontraba decorando todos sus dígitos.

Craig parpadeó enternecido, llevando casi al instante su mano izquierda al bolsillo de su pantalón, sacando de estos algunos pares simples de pasadores*, cada pareja de distinto color.

─ Aquí ─ soltó repentinamente, dirigiendo éstos a la cabeza del contrario. Se obligó a sujetar unos cuantos con sus dientes gracias a la limitación de espacio para agarrar objetos que otorgaba su palma, mientras que aquellos los cuales era capaz de sostener comenzó a deslizarlos uno por uno por el flequillo y ciertos mechones rebeldes de Tweek, atrapándolos; aprovechó también de quitar la pintura seca de las puntas.

Los pómulos del menor se tornaron en un adorable durazno. Sus verdes pupilas brillaron con una peculiar mezcla de amor, vergüenza y extrañeza.

─ ¿D-de dónde los sacaste? ─ su aguda voz salió casi como un susurro, y finalmente estableció un tímido contacto visual. ─ ¿Por qué tenías esas cosas ahí?

─ Mi hermana me los dio ─ aclaró, terminándo por ponerle los últimos que le quedaban. ─ me dijo que tu pelo era digno del mejor nido de pájaro construido en la historia, y que debería preocuparme más por él ─ finalizó encojiéndose de hombros, aguantando el soltar una breve risa burlona.

Tweek gruñó abochornado por la confesión de su novio, cruzándose de brazos y apartando la mirada algo ofendido por el sincero comentario de Tricia referente a su problemático cabello. El carmín no tenía intenciones de abandonar sus mejillas.

─ Imbécil ─ refunfuñó, escuchando cómo su novio se rendía a reír leve por su reacción, más su ceño fruncido cambió notablemente cuando sintió las zonas de su pálida piel manchada ser palpadas por las húmedas yemas de Craig ─ Eso es marica, y... ¿es eso es saliva? ¡A-asqueroso! ¡gha! ─ alegó frotando exageradamente con sus mangas la zona que el moreno trató de limpiar.

─ Tu eres gay ─ le contratacó dedicándole su clásica seña del dedo corazón, recibiendo una queja ahogada como respuesta. 

─ Ambos lo son ─  los dos voltearon confundidos instantáneamente apenas escucharon aquel comentario ajeno, buscando al entrometido dueño de las palabras; no se sorprendieron al localizar su posición y ver de quién se trataba.

─ Vete a la mierda, culo gordo.

「ˢᵖ」Monotony - Creek Donde viven las historias. Descúbrelo ahora