O quizás no quiero tener que confesarle a Seung que espero un hijo suyo. 

"Solo no me siento bien." Ella iba a replicar, cuando volví a hablar. "Mamá ¿Puedo preguntarte algo?" 

"Claro, cielo." 

 "Tú y papá... Siempre van a quererme ¿Verdad?" Su gesto confundido me hizo seguir hablando. "Quiero decir... Nunca van a dejarme solo, no importa qué ¿Cierto?"

"Oh, cariño ¿Qué preguntas haces? Claro que vamos a quererte siempre." Ella buscó mi mano para tomarla y luego acariciarla. Con ternura, con amor. "Bebé, siempre estaremos orgullosos de ti, eres un muy hermoso omega con un alfa y apenas tienes diecisiete años. No hay nada que pueda enorgullecer más a unos padres que eso." Y luego siguió. "¿Por qué me preguntas eso?" 

Negué con la cabeza, levantándome para darle un pequeño beso en la mejilla. Le murmuré un "Por nada. Te amo" y me levanté, listo para bañarme, cambiarme e ir a estudiar. Faltaba nada para que acabe mi último grado y con esta nueva perspectiva, comencé a creer que todo saldría bien. Hablaría con Seung, a lo mejor él tomaría muy bien la noticia y juntos iríamos a hablar con mis padres. Todo estaba bien, solo era darle un hijo mucho antes de lo planeado. Todo saldría bien.

Seung era... Era un muy hermoso alfa. Antes de que él note mi existencia, todas las omegas e incluso las betas del colegio se morían por él. Jugaba fútbol, basquetbol, tenis y cada una de las categorías en las olimpiadas anuales. Un físico perfecto, delgado pero con su cuerpo perfectamente formado, fuerte y una mirada que derretía a cualquiera. Él era el típico chico que todos deseaban y se fijó en mí. 

Cuando me pidió salir, entregándome un ramo de flores y esperándome a la salida de la secundaria, no lo podía creer, de hecho creo que nadie lo podía creer. No fue hasta después de dos meses juntos que me mordió el mismo día en que me quitó la virginidad, él dijo que todo saldría bien porque estaríamos por siempre juntos. 

Esperaba que ese siempre sea eterno, más después de la noticia que tendría que darle.

Llegué a clases y lo vi ahí, esperándome. Siempre se paraba al lado de la puerta de entrada y aguardaba hasta que llegara, a veces estaba con sus amigos, otras solo con Jung Soo, quien podría ser considerado su mejor amigo. Hoy estaba solo, Seung me observó y mostró su preciosa sonrisa, esperando a que llegue hasta él, sentí mis mejillas calentarse ¿Por qué alguien tan hermoso se había fijado en mí? 

"Hola." Saludé, acercándome para darle un beso, él retrocedió un paso, sorprendiéndome y haciéndome tambalear mi peso sobre mis dos pies. "¿Qué pasa?" 

 "Ven." Dijo. "Tienes que hacer algo por mí."

Tomó mi muñeca derecha y me llevó hacía dentro de la escuela, pero no entramos al edificio en sí, sino fuimos al patio trasero, donde se encontraban las canchas deportivas. Le cuestioné por qué no íbamos a clase y no me dijo que tenía algo mucho, mucho mejor que mostrarme. 

Entramos en la bodega de limpieza, donde dejaban todos los implementos para limpiar el campo y ahí noté a Jung Soo sentado sobre una de las cubetas, estando esta boca abajo. Lo saludé con un asentimiento de cabeza, recibiendo una sonrisa burlona de su parte. No era normal, él se estaba burlando, lo sabía, lo sentía. Mi mismísimo omega empezó a temer y me solté de Seung, retrocediendo un par de pasos. 

"Hey, todo está bien, amor." Me dijo él, relajándome un poco, apenas lo suficiente para no salir corriendo. "Solo quiero que me hagas un pequeño favor."

Seung caminó hasta mí para colocar su mano en mi espalda y empujarme suavemente hasta el centro de la habitación. Mi omega temía, pero traté de mantenerlo seguro, aunque instantáneamente llevé una de mis manos a mi vientre. Nada malo va a pasar, yo lo sé, me repetía una y otra vez ¿Por qué me asustaba tanto, si tenía a mi alfa ahí para defenderme? 

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