14. 27 de Enero

Magsimula sa umpisa
                                    

―Sí tenía, tenía todos los síntomas. Pero después de un experimento, se me quitó.

David interrumpió su conversación, sentándose frente a ellos. La comida apareció cuando se sentó.

―¡Mi madre está mejor!

―¿Qué?

―¿En serio? ¡Qué bueno, Dave!

Simon aprovechó para servirles jugo de moras a los tres, y de manera muy cuidadosa echó la poción a la copa de David, dejándosela cerca. Comió como si nada, y estaba alegre por la noticia de la señora Renuel, pero miraba constantemente a su amigo, hasta que tomó un larguísimo trago de jugo. Simon casi contuvo la respiración igual que él.

―¿Qué pasa?

―Ah... uhm... pusiste una cara rara.

―Es que el jugo... me supo muy extraño.

―¿Sí? ―Abi tomó del suyo―.Yo no siento nada.

―Abeill, tienes la boca llena de carne, no vas a sentir nada raro si...

Simon suspiró, totalmente aliviado de que David no se diese cuenta... y no se muriera al instante, también. Estaba un noventa y nueve por ciento de que no pasaría nada malo, pero estaba tan ansioso de que su amigo mejorase...

El resto de la comida sintió la mirada acusadora de Violet penetrándole la nuca.

• • •

―¿Quería hablar conmigo, profesor?

―Sí, Lizarraga... perdona que te llame a esta hora.

―Está bien.

―Tienes una hora para estar en la cama, no te retendré demasiado tiempo.

Simon dejó su mochila junto al escritorio del profesor Black, cuando se sorprendió que, junto al estante, parcialmente tapado por su sombra, estaba el profesor Neuffert.

―Ah, profesor.

―Hola, Simon.

Se sentía confundido de que Neuffert se quedase allí, paseándose por el despacho mientras Black se sentaba tras la silla. Los miró a los dos, un poco intimidado. Black le ofreció a Simon un pequeño tazón de vidrio lleno de caramelos y lo invitó a sentarse frente a él.

―Sírvete. A ver, Lizarraga. Recordarás sobre... lo que me comentaste en noviembre ¿verdad?

―¿En...? ―¿Qué se supone que le había comentado? Black alzó las cejas, y se acordó de inmediato, pues había alzado las cejas también en esa ocasión―. Ah... sobre... sobre mi tío.

«¿A qué viene eso ahora?»

―Sí. Discúlpame por ser... bocón en ese aspecto, pero no le comenté a nadie de tu situación, salvo al profesor Neuffert. Verás, él fue un auror por unos pocos años, y se dedicó por un tiempo a tratar con hombres lobo. Es por eso que le pregunté algunas cosas, esperando alguna respuesta que pudiera ayudarte.

Simon se sentía de repente, muy tenso. ¿Lo habían llamado por eso? Sin contar que ese día había luna llena, y estaba completamente nervioso de no estar presente para cuando saliese el satélite, quería ver los efectos de su poción. Quería comprobar que todo estaba bien, pero más que su trabajo, si David estaría mejor.

―Veo que no te ha gustado mi decisión, y la comprendo, Simon. De veras. Confiaste en que yo no dijera nada, pero quería saber si...

―Esto está muy mal, Corvus.

―¿Qué dices, Pascoe?

El profesor Neuffert tenía en las manos el libro y la agenda de Simon. Simon se levantó, ofendido y asustado de que tomaran sus cosas. No se dio cuenta de nada, vio su mochila abierta. Neuffert tenía la varita tras la oreja.

La busca problemas y el medio loboTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon