14. 27 de Enero

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―Lo voy a probar.

―¿Qué cosa?

―¡La poción!

Violet lo miró escandalizada.

―Y tú se la darás.

―¡¿QUÉ?!

―Escucha...

―¡No, tú escucha! –insistió Violet- Slughorn dijo que el acólito es muy, muy peligroso de usar. Si no se mezcla con cuidado, puede matar de manera dolorosa. ¿Quieres eso?

―¡Estoy seguro de que hice esto bien!

Se hablaban en susurros, temerosos de que alguien los escuchara. Abi había ido al baño antes de la cena, y Wallet llegaría en cualquier momento, así que Simon tenía que darse prisa antes de que se sentasen en las mesas a comer.

―Por favor, Violet...

―¡No!

―¡Violet!

―Hola, Simon.

―¡Abi!

Violet lo miró con los ojos muy abiertos y las cejas inclinadas hacia abajo. No se le ocurriría pedírselo a Abi ¿O sí?

―Quiero hacerle una broma a David... Me preguntaba si...

Violet lo miró, indignada.

―¡Te lo prohíbo, Simon! ―a Simon se le pusieron las orejas rojas.

―No eres nadie para prohibirme esto.

―Es peligroso.

―No, no lo es. Ya lo probé.

―¿Cómo que lo...?

Abi pasaba la mirada entre sus dos amigos mientras se respondía. Sentía que estaba viendo un partido de tenis.

―Me comenzó a dar Potilugos y se me quitó con eso.

―¡Simon, no es seguro!

―¡Es seguro! Mi teoría está bien.

―¡No! CREES que está bien, no hay manera de...

―¿Tenías Potilugos? ―dijo Abi.

―¡Sí hay manera, y es probándola?

―¿De qué se supone que están hablando? ―exigió al fin la chica.

―¡De nada! ―respondieron ambos al mismo tiempo. Abi apretó sus pequeños puños y alzó la cabeza.

―¡Está bien que no me quieran decir! Pero yo no tengo la culpa de... lo que sea que esté pasando. Idiotas.

Se alejó varios asientos de ellos, justo cuando apareció Wallet.

―Oh ¿Todo bien?

―Sí, Bram, Vamos a comer.

―Nos vemos, Simon. ―se despidió Bram, un poco incómodo por la obvia discusión que había tenido su novia.

Simon se quedó allí, sintiéndose estúpido. Tenía un frasco pequeño de poción blanquecina que olía a cloro, escondida en el puño. Se sentó junto a Abi.

―Vete de aquí, Lizard.

―Lo siento, Abi. No debí gritarte. ―ella como toda respuesta le golpeó en el brazo― ¡Au! Lo siento.

―¿De qué rayos hablaban?

―No te quiero decir ahora ¿sí? Es complicado.

―No tenías Potilugos, no te vi con ojeras, y menos azules, en ningún momento.

La busca problemas y el medio loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora