15. Los pensamientos de la diosa (Parte I)

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Choromatsu recorrió el paisaje dándose cuenta de que no había cambiado nada. Era como si su paso por el lugar no lo hubieran notado ni las plantas ni las flores que crecían al borde del lago. Había decidido bajar al mundo humano después de darse cuenta de que se había quedado hablando solo ante la repentina desaparición de Jyushimatsu, no se preocupó por buscarlo pues sabía dónde estaba, sus labios se torcieron en un gesto de molestia, debería plantearse hablar con él sobre los sentimientos que tenía por la monja de ese lugar. Quería mantenerlo lejos de allí, debía protegerlo de lo que sea que fuere a pasar. La imagen del padre con el que había firmado el contrato paso por su cabeza tranquilizando un poco su corazón, al menos tenía un aliado de su parte.

Se sentó en el borde dejando que sus pies se sumergieran en el agua, el primer recuerdo que poseía provenía de ese lugar, allí se había formado su existencia quizá por la creencia de las hombres, o quizá, por una fuerza divina superior a él, de lo único que estaba seguro era de que no había nada antes del lago. Cuando estaba en ese lugar podía sentirse tranquilo y a salvo aunque fuese también donde lo había conocido por primera vez..., el nombre se le atoro en la garganta. Era difícil nombrarlo después de todo lo que había pasado entre ellos y lo peor es que esa noche era extrañamente similar a la de hace tantos años.

Podía ver como a lo lejos un par de ardillas lo miraban recelosas de su presencia, además de ellas el paisaje se mantenía igual pese a los centenares de años que había permanecido lejos, absolutamente nada había cambiado, ni siquiera él. Estando en ese lugar se daba cuenta de que aún seguía sintiéndose tan perdido como en un comienzo, estaba a punto de iniciar una guerra pero temía que fuera solo un pretexto para poder verlo de nuevo, porque le partía el alma admitir que aún no lo había olvidado, que internamente seguía peleando con su recuerdo. Dejo que su cuerpo callera hacía atrás recostándose en el pasto. El agua en sus pies de repente se había enfriado.

―Estoy cansado―dijo para sí cerrando los ojos.

Era aterrador, la noche estaba tan inusualmente tranquila que era lógico que algo extremadamente horrible estuviera pasando en algún otro lugar. Pero no quería preocuparse por ello ¿Era eso lógico siendo él el Dios de los hombres? Quizá. De todos modos ni él estaba seguro de que lo hacía uno; Su inmortalidad no significaba nada si lo comparaba con la existencia de las rocas, y tal vez ni siquiera era inmortalidad quizá solo era un prolongado periodo de vida, de existencia.

Abrió los ojos y alzo uno de sus brazos para poder contemplar su mano, con el paso del tiempo se había dado cuenta de que era exactamente igual a todos los humanos de la tierra, no importaba cuanto tiempo pasaba no había podido hallar una diferencia. Sabía incluso que poseía sus mismos sentimientos y emociones, era tan débil como ellos y aun así lo tenían en un pedestal. Él era igual a los hombres en la tierra y a los demonios de las profundidades de los círculos infernales y era esa la razón por la cual no había desconfiado del demonio cuando lo había visto por primera vez, ¿Quién podría culparle? Ambos lucían iguales. No era justo que algo tan similar pudiera causarle tanto daño.

Ah, el aire estaba más fresco que antes. En definitiva se parecía mucho a la noche en que había visto por primera vez a Osomatsu...



Flotando en la mitad del estanque Choromatsu se dedicaba a mirar el cielo nocturno. El agua de la laguna era cálida en esa época del año lo que la hacía una perfecta cama y era justo lo que necesitaba en esos momentos, las noches pasadas durmiendo bajo el lago habían estado llenas de sueños caóticos y desordenados. En ellos alguien lo llamaba por su nombre antes de que todo se pusiera negro y entonces se sentía a si mismo caer por un abismo sin poder respirar, estiraba las manos esperando que alguien lo salvara pero en su camino solo hallaba el aire que se escapaba entre ellas, antes del golpe solo podía oír a la misma persona que lo llamaba diciendo tres palabras:

LA BALADA DE LOS MUNDOS/Au Religioso/YaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora